Parecen Fuerzas Especiales de Carabineros, pero no lo son. Visten casi como ellos, utilizan casi el mismo equipamiento, recibieron la misma instrucción antidisturbios, utilizan los mismos códigos de acción y coordinación, pero no lo son. Se trata de los robocops, los hombres de negro que la ANFP contrató después de los incidentes ocurridos tras el estallido social en el Torneo Nacional, la fuerza de orden del fútbol chileno para evitar que nuevamente se suspendan partidos o el propio campeonato por el actuar de manifestantes en las gradas.
Roberto, nombre ficticio que ocupará para resguardar su seguridad, es el encargado de esta policía a sueldo. Tiene 56 años de edad, mide 1.78 metros de estatura y dice ser un ex funcionario de Carabineros. Fue él quien, tras el cancelado partido entre Unión La Calera e Iquique, que terminó abruptamente por la invasión de un puñado de barristas de la Garra Blanca al campo de juego, y que provocó la suspensión del torneo pasado, dictó la instrucción para formar a los robocops, como han llamado autoridades y los propios hinchas a este pelotón antidisturbios. “Yo fui el que los preparó para la instrucción. La empresa que nos contrata (MMC, domiciliada en Rancagua) fue la que hizo la inversión para vestirnos y equiparnos”, explica.
La primera puesta en escena de ellos fue en la liguilla por el ascenso a Primera División, donde no lamentaron nada: “Esa fue nuestra escuela, porque ahí existía el temor de que no se pudiera realizar, pero por suerte todo se desarrolló sin ningún inconveniente”.
Este escuadrón de seguridad está conformado, excluyentemente, solo por ex carabineros o ex miembros de alguna de las tres fuerzas armadas del país. La razón, dice Roberto, es por el lenguaje e instrucción en común que ya manejan estas personas. “Eso es para que actúen como equipo de cuerpo y sus desplazamientos sean cohesionados. Así, nuestra presencia se hace más notoria”, asegura. A diferencia de otros guardias civiles, ellos además de vestirse como Fuerzas Especiales, deben actuar juntos, coordinados en todo momento, utilizando los mismos movimientos de desplazamiento que Carabineros utiliza: “No nos sirve de nada que salga uno solo, porque se pone en peligro y no rendirá el efecto que debemos tener”.
En cuanto a los cursos que la tropa posee, destacan el de control de muchedumbre y el de uso de los elementos defensivos que portan. “No es llegar y portar un bastón para controlar a las personas correctamente”, recalca el mandamás. Además, aclara que la edad máxima de sus subalternos no es superior a los 55 años.
En terreno
Son las 21.50 en Macul y, en el estadio Monumental, Colo Colo acaba de derrotar a Atlético Paranaense por 1-0, en la segunda fecha de la fase de grupos de Copa Libertadores. En el sector sur, un grupo de 20 guardias de negro portando toda la indumentaria de seguridad, se forma para finalizar la misión de hoy. Por suerte, cierran una nueva jornada sin novedades, pese a los 30.000 hinchas que llegaron al partido, por lo que los ánimos son los mejores. Roberto se da tiempo para detallar, con un orgullo que le cuesta esconder, en qué consiste cada una de sus funciones. “La empresa contratante es la que nos dirá qué función debemos cumplir, las que varían en cada partido. Hoy, nuestra misión fue contener a los hinchas en el sector Cordillera, para evitar invasiones a la cancha y hacia la galería sur”, detalla.
MMC, la empresa rancagüina que está a cargo de proporcionar el servicio de estos guardias, cuenta con 100 efectivos preparados para este tipo de tareas. Pese al número, este miércoles Blanco y Negro solo solicitó a 21 efectivos, al parecer suficientes para evitar cualquier tipo de problema. “Yo soy el jefe de sección y hoy tuve a cuatro escuadras, cada una compuesta por cinco efectivos: un jefe de escuadra y cuatro guardias, dos de ellos escuderos. Las órdenes se las doy al jefe de escuadra”, especifica, mientras un llamativo mensaje llega al walkie talkie, pausando de golpe su discurso. Sube el volumen para que se escuche fuerte y claro: “Muchachos, realmente felicitaciones. Es un placer trabajar con ustedes, es un gusto, los felicito”, le dice el jefe de seguridad de Colo Colo, Luis Urzúa, mientras Roberto abre los ojos de sorpresa ante los elogios recibidos.
Esta, pese a la gran cantidad de público que llegó, ha sido otra jornada calma, algo que no siempre ha sido así. El duelo más complejo fue entre Universidad de Chile y Curicó Unido, el 1 de febrero en el Estadio Nacional, por la segunda fecha del torneo local. Allí, vivieron una de las situaciones más críticas que el pelotón ha experimentado en su corto período de vida. “En ese partido nos enfrentamos ante la situación más complicada hasta ahora, por la cantidad de gente y los elementos que estaban arrojando a la cancha. Lo bueno es que el pelotón se mantuvo imperturbable y eso da más confianza”, manifiesta Roberto. En aquella jornada, algunos asistentes de la galería sur lanzaron objetos contundentes y otros incendiarios a la cancha, además de intentar invadirla, pero ellos fueron el primer pelotón en controlar la situación, antes que Carabineros ingresara.
Y pese a trabajar de la mano junto a Carabineros, Roberto siente que la presencia de sus hombres en el estadio es mucho menos resistida que la de la policía. “No estamos ajenos a ninguna agresión, pero afortunadamente no nos ha pasado nada. Pienso que es porque nosotros no provocamos una reacción adversa de la gente, a diferencia de Carabineros, lamentablemente”, reconoce.
Sus vestimentas e instrumentos, aunque a simple vista parecen similares a los de Fuerzas Especiales, no son tan reforzados como la institución de verde. Visten de buzo, usan canilleras y rodilleras, un chaleco anticortes, un casco, un bastón y algunos portan escudo. Además, y a diferencia de lo que se cree, no usan gas pimienta ni otra arma de disuasión de masas. Lo único adicional que algunos portan es un pequeño extintor, para apagar cualquier amago de incendios o bengalas encendidas. “La gente ve que portamos bastones, pero es un elemento de protección. En ningún caso agredimos a nadie, solo en caso de protegernos”, profundiza.
Pero pese a no ser tan resistidos como la policía, se exponen prácticamente a los mismos sinsabores que sus colegas uniformados, los que van desde insultos hasta ataques directos. “Este trabajo es bastante peligroso, por eso debo convencer a mi gente de que los equipos que poseen realmente los van a proteger. Este trabajo es bastante distinto al de un guardia normal, porque necesita gente que no tenga miedo a hacer esto”, reconoce Roberto.
Entre esos peligros, al que más cuidado les pone son los ataques con cuchillas o puñales, los que pueden llegar en cualquier enfrentamiento. “Son los más peligrosos, porque los objetos contundentes, con nuestros implementos, podemos controlarlos de mejor manera”. Para la tranquilidad de ellos, aún no deben lamentar ningún lesionado por corte con arma blanca.
Y es curioso, pero al parecer la presencia de ellos sí ayuda a controlar a las masas en las gradas. El último hecho grave de desórdenes y violencia dentro del estadio se vivió el pasado 16 de febrero, en el clásico entre Colo Colo y Universidad Católica. Allí, serios incidentes se registraron en los sectores Cordillera y Arica, donde hubo avalanchas para ingresar al Monumental, saqueo a locales de comida, fuegos artificiales a la cancha y destrucción. Y justo en ese duelo, no había robocops en el estadio. Otro ejemplo ocurrió el martes en San Carlos de Apoquindo. Ahí, en el duelo entre la UC y América de Cali, hinchas visitantes y locales se enfrentaron a golpes y, al final, varios colombianos ingresaron a la cancha, escapando de los golpes que algunos fanáticos cruzados les dieron en la tribuna Alberto Fouillioux. Ese mismo día, una decisión de Carabineros no los dejó trabajar, por incumplimiento de protocolos, según explican desde Estadio Seguro.
Como sea, los guardias robocops, la tropa creada para resguardar la continuidad en el fútbol chileno, por ahora verán pausada la actividad hasta nuevo aviso. El coronavirus los mantendrá inactivos por algún tiempo, pero con la cierta necesidad de regresar cuando vuelva la gente. Su presencia ha dado resultados en los estadios.