Alexander Zverev (6°) es campeón en Madrid. Una semana extraordinaria para el alemán que levanta su segundo torneo en la Caja Mágica y el cuarto de la categoría Masters 1000. Un premio merecido tras eliminar a los favoritos del certamen. Aseguró el trofeo tras vencer por 6-7(8), 6-4 y 6-3 a Mateo Berrettini (10°) en un partido de alto calibre.

La altura, amada para algunos y odiada por otros, tuvo mucho que ver con esta final, y es que en Madrid históricamente ganan los que pegan fuerte, sacan bien y buscan las lineas. Los más de 500 metros sobre el nivel del mar que hay en el barrio San Fermín es un factor que se tiene que considerar al momento de salir a buscar el partido. Zverev y Berrettini pisaron España sabiendo eso y llegaron de manera sorpresiva a esta definición. Muy pocos apostaban por ellos a principio de semana, pese que el alemán ya había sido campeón en 2018 y que el italiano venía de ganar el ATP 250 de Belgrado.

Pero una vez que comenzaron a jugar, quedó claro por qué uno de ellos se iba a llevar el título. La potencia era la tónica, una guerra de fuerzas donde los paleteos interminables que se acostumbran a ver sobre el polvo de ladrillo poco espacio tenían. El primer momento clave se vivió cuando Zverev perdió su saque y quedó 3-4. Todo pintaba mal, pero el Principito demostró que está crecido. Al igual que con Nadal (2°), recuperó rápidamente cuando le quitaron el servicio. De ahí en más no se hicieron daño, forzando el tiebrek.

Uno que trajo sorpresas, mini quiebres y regalos. Berrettini comenzó raudo, sacando sobre los 230 kilómetros por hora y quedando cinco a cero a favor. Sorprendentemente el italiano transformó todo eso en pánico y decidió solo defenderse, perdiendo los puntos y la ventaja. Incluso tuvo oportunidad de set “Sascha”, pero lo desaprovechó. Cuando iban ocho iguales el germano conectó una doble falta y los fantasmas aparecieron. El primer set fue para Mateo, que pasó sustos y pecó de inexperto.

Un error que le duele a Zverev. Estaba viviendo una semana perfecta, sin sets perdidos y dejando en el camino a Thiem (4°) y Nadal. Pero cuando más necesitaba la frialdad, aparecieron los problemas de siempre. A estas alturas, casi el destino. Pese a que ya tiene una final de Grand Slam (que perdió estando dos sets arriba), tres Masters 1000 y un Torneo de Maestros, todavía no da la impresión de ser un tenista de los grandes. Caídas como estas, hacían inevitable esos comentarios molestos.

Por eso era importante dejarlo atrás y salir a buscarlo en el inicio. Algo que intentó durante todo el set. No aflojaba y se mostraba decidido a levantar nuevamente la corona. La balanza se inclinó cuando Berrettini cometió una doble falta que lo dejó 3-4 abajo. El actual número 6 del mundo apretó el puño y salió a abrochar el parcial. Lo logró con su servicio al quedar 6-4. Quería batalla.

En el tercero todo fue incógnita. El finalista del US Open arriesgaba con los primeros servicios y el verdugo de Garin dominaba con su velocidad. Todo se trataba de revoluciones en Madrid, de encontrar el punto justo entre decisión e inteligencia. Y pese que a Zverev era el que parecía más complicado, fue el primero en gritar a todo pulmón un quiebre. Berrettini sintió la responsabilidad de una situación a la cual no está acostumbrado y dejó escapar su primer Masters 1000 tras perder por 6-3.

Alexander vuelve a ser campeón en Madrid. Eliminó a los mejores y a sus propios fantasmas en el camino. Una prueba más de que tiene el pedigrí para ser actor principal del circuito. Su explosión fue muy pronto, provocando que muchos lo vean como un experimentado, pero el alemán recién tiene 24 años. Una carrera que todavía tiene para largo y que ya está bañada en oro. Título 15° de su carrera, cuarto Masters 1000, segundo en Madrid y tercero en polvo de ladrillo. Cierre magistral para una semana de revalidaciones y alertas.