La actriz Ashley Judd, una de las primeras mujeres que acusaron al productor Harvey Weinstein de acoso sexual, sigue la lucha feminista que amplificó el movimiento "Me Too" y, pese a los contratiempos, no cejará en su batalla judicial contra el empresario del cine, según dijo este jueves en Nueva York.

"La demanda en la que estamos es para todos y se ha estado hablando sobre si la parte del acoso sexual se ha desestimado o no: en realidad va a ser escuchada por la corte de apelaciones del noveno circuito", explicó Judd, que el pasado enero vio desestimada la acusación referida al delito de acoso.

La intérprete inauguró la segunda jornada de la cumbre "Women in The World", en Nueva York, junto a otras activistas defensoras de la igualdad y los derechos de las mujeres, y participó en un debate sobre las victorias y derrotas que ha vivido el "campo de batalla del feminismo", en el que su propia experiencia es protagonista.

El testimonio de Judd sobre cómo Weinstein intentó sobrepasarse en un encuentro de negocios en un hotel de Beverly Hills en 1996 fue recogido a finales de 2017 por The New York Times, desencadenando una lluvia de acusaciones contra el productor, y la actriz lo expuso ante los tribunales en abril del año pasado.

Tras el rechazo del juez a la acusación del delito de acoso sexual -las de difamación y perjuicio económico siguen adelante-, Judd señaló que ahora la corte de apelaciones evaluará "si, siendo él productor, fue criminal" que éste supuestamente la acosara sexualmente.

"No se debate si lo hizo; incluso él lo admite", dijo. La cercanía de la actriz desencadenó aplausos del público mayoritariamente femenino que llenaba el Lincoln Center de la Gran Manzana cuando, preguntada por la popular presentadora Katie Couric, aseguró que se siente "agradecida" de haber hablado sobre el tema, no solo con las periodistas del Times, sino desde el principio.

"Conté la historia sobre el acoso sexual de Harvey desde el momento posterior", indicó la activista, que se lo dijo a su padre primero y después "a todo el mundo, pero nadie era capaz de escuchar o quería hacerlo" hasta que surgió la oportunidad de la entrevista, hace casi dos años. "Yo soy una luchadora, y una de las maneras en que lucho y me agrando es hablando", sostuvo la actriz, que colabora en diferentes iniciativas para combatir "la lacra global del control sobre la salud reproductiva y la sexualidad de las mujeres", una misión en la que no se puede ser otra cosa que "infatigable".

Pese a que "Me Too" se acrecentó gracias a las voces de mujeres de Hollywood, para Judd el trabajo de "Time's Up", entidad de presión resultante, es para todos: acaba de llevar al Congreso de EE.UU. un proyecto de ley llamado "Be heard" (Sé escuchado), con una batería de propuestas contra el acoso sexual. Se trata de medidas para luchar en estos tiempos en los que se han aprobado en varios estados conservadores leyes muy restrictivas sobre el aborto, que lo prohíben si se detecta el latido del feto, algo que, reconoció, la deja "sin palabras".

"Yo he sobrevivido tres veces a una violación y en una de ellas se dio la concepción. Estoy agradecida de haber podido acceder a un aborto seguro y legal", reveló en un emotivo momento, para después añadir que, por ley, su violador "tendría derechos de paternidad" al ser de Kentucky, y habría tenido que criar al hijo a medias con él.

También se pronunció sobre otro tema candente en EE.UU., el de las denuncias de tocamientos a mujeres contra el exvicepresidente Joseph Biden, potencial aspirante a la Casa Blanca. Dijo que la foto de una de ellas, Sofie Karasek, con el demócrata en los premios Oscar de 2016, la "incomoda" y le sugiere una actitud "paternalista y condescendiente". "La democracia empieza en mi piel, y el alcance del estado finaliza en mi cuerpo, y eso incluye a los que han sido electos para el poder", sentenció Judd, quien recordó que lo más sencillo para un hombre es preguntar a la mujer si está cómoda.

En el debate del evento organizado por Tina Brown, la exeditora de Vanity Fair, participaron también las autoras y activistas Rebecca Traister, Sarah McBride y Brittney Cooper, esta última contundente: "El feminismo no te quita nada, te da un lenguaje para luchar. El patriarcado es el problema real".