Adiós al último ídolo de la canción francesa
Charles Aznavour deja un cancionero universal que conquistó a varias generaciones y una carrera excepcional que se extendió por más de siete décadas. Con la partida del solista de origen armenio, a los 94 años, se cierra oficialmente la edad de oro de la "chanson".
Entre 2008 y 2013, sus conciertos en Chile fueron promocionados como los últimos. Cuatro años después, sin embargo, para su regreso al país, la idea del retiro ya no era tan explícita: ningún productor local quería volver a promocionar el adiós definitivo de un artista impredecible y que sorprendió al mundo, primero con su talento compositivo y luego por su longevidad artística. Una carrera legendaria e imparable hasta ayer, cuando Charles Aznavour, el último sobreviviente de la época dorada de la canción francesa, falleció a los 94 años en su casa en Mouriès.
Pese a su edad, la partida del hombre que inmortalizó himnos universales como La boheme y Venecia sin ti no deja de ser sorpresiva. Nunca se bajó del escenario desde que se subió por primera vez, a los 9 años, y a su último concierto, el pasado 19 de septiembre en Osaka (Japón), le seguiría una serie de fechas en su país entre noviembre y diciembre próximos. "He decidido con mi hermana que vamos a pasar de los cien años", declaraba medio en serio medio en broma hace sólo algunos días, para el lanzamiento de una antología de algunas de sus grabaciones con el sello Barclay, el último título de una discografía casi inabarcable que incluye cerca de 1.400 canciones registradas desde la década del 40 -en siete idiomas- y con las que llegó a vender, según diversas aproximaciones, 180 millones de álbumes.
Números especialmente significativos para el solista de origen armenio, que no necesitó la facha de Frank Sinatra -pese a que siempre se le comparó con "La Voz"- para conquistar a una fanaticada de diversas generaciones con su voz nostálgica y sus historias cotidianas, entre las que se cuentan algunas piezas revolucionarias para su época, como la emotiva Comme ils disent (1972), que tiene de protagonista a un travesti.
A eso se suman las composiciones que entregó a sus colegas y paisanos como Edith Piaf, Gilbert Bécaud, Serge Gainsbourg y el rockero Johnny Hallyday, entre otras leyendas de la música popular y la "chanson" francesa. A todos ellos vio partir. "Todavía estoy aquí recorriendo el mundo, mientras todos los demás se han ido", comentaba a La Tercera en marzo del año pasado, días antes del que sería su último concierto en Chile, en el Teatro Caupolicán.
Los organizadores de aquella visita lo recuerdan por su caballerosidad y buena disposición, capaz de disfrutar sin problemas de una botella de espumante nacional -pese a que su equipo había solicitado champán francés- y de pasearse por varias anécdotas. Una de sus favoritas tenía relación con sus constantes visitas a la tumba de Carlos Gardel en Buenos Aires, donde al lado figura -según su relato- el mausoleo de una familia de apellido Aznavour, sin relación con él.
Si bien ya había conversaciones para un regreso a Santiago en 2019, la del año pasado terminaría siendo la última de una lista de visitas locales que comenzó en 1961, para el rodaje de una película perdida dentro de su filmografía de más de 60 títulos (ver página 35), y al que le siguieron recordadas presentaciones en televisión y recitales en 1993, 2008, 2009 y 2013. Su influencia llegó incluso al cancionero local, donde destaca la versión en español que hizo la cantante Luz Eliana para su tema Et pourtant, a fines de los 60. "Es mi caballito de batalla hasta hoy, pese a que nunca supe si él se enteró de esta versión", comenta la intérprete de Aunque sé, uno de los himnos de la Nueva Ola criolla.
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