La saga erótica 50 sombras de Grey nunca fue considerada alta cultura. Desde la trilogía literaria original, la autora E.L. James ha sido criticada por su calidad como narradora, con el célebre autor Salman Rushdie diciendo; "nunca he visto algo tan mal escrito que haya podido ser publicado. Hace ver a Crepúsculo como La guerra y la paz".

Poco le debe haber importado a la británica -sobre todo porque efectivamente inició la saga Grey como un fan fiction de Crepúsculo-, quien estaba demasiado ocupada vendiendo millones de libros -más de cien millones la trilogía completa-, además de los derechos de su historia para una adaptación en la pantalla grande.

Independiente de su calidad, la historia centrada en las dinámicas sexuales y sadomasoquistas de un hombre millonario y su joven novia lograron transformarse en un rotundo éxito, logrando conectar con su audiencia de formas que aún son objeto de análisis.

Cuando la primera película de 50 sombras de Grey llegó a las salas en febrero de 2015, su estatus de fenómeno cultural era inapelable: tuvo el mejor fin de semana de estreno para una película dirigida por una mujer (Sam Taylor-Johnson) en Estados Unidos -hasta que Mujer Maravilla la superó el año pasado-, recaudó US $ 571 millones sobre un presupuesto de US $ 40 millones.

La cinta fue, predeciblemente, destrozada por la crítica y salieron a la luz múltiples problemas en su realización, desde la poca química entre los actores protagonistas detrás de cámaras, Jamie Dornan y Dakota Johnson, y constantes peleas entre Taylor-Johnson y la autora de los libros, que terminaron provocando la salida de la primera de las secuelas (hace tan sólo algunos meses, la directora aseguró arrepentirse de haber hecho la película).

Tres años después, la saga fílmica llega a su fin con un estatus distinto. Cuando 50 sombras liberadas llegue a los cines este jueves, será el punto final a la historia de Christian Grey y Anastasia Steele, pero también, el cierre de un fenómeno, que quizás ya no lo es tanto.

A comienzos del año pasado, la segunda parte de la saga, 50 sombras más oscuras, recaudó US $ 381 millones, cantidad de sobra para recuperar su costo de US $ 55 millones, pero considerablemente menos que su antecesora. Las críticas fueron aún peores, y actualmente está nominada a ocho premios Razzie, que reconocen lo peor del cine anual. Incluso dejando los números de lado, la conversación y análisis en torno a la cinta fueron notoriamente menores que las de la primera parte, estrenándose en un contexto en donde además otra película, Lego Batman, dominaba la taquilla mundial.

Hoy, la saga incluso ha sido cuestionada en el marco del movimiento #MeToo, asegurando que normaliza las relaciones tóxicas y violentas sexualmente, crítica que la historia de James siempre recibió, pero que ha revivido en los últimos meses, incluso siendo cuestionada por el Centro Nacional de Explotación Sexual de Estados Unidos.

De todas formas, el escenario para 50 sombras liberadas pareciera ser más positivo. Si bien las predicciones iniciales de la taquilla norteamericana estiman que la cinta debutará recaudando entre US $ 37 millones y los $ 40 millones de dólares, lo cual sería el fin de semana de estreno más bajo de la trilogía. Pero las predicciones podrían ser superadas, luego de que el portal Variety asegurara que un 74% del público tiene conciencia de la fecha de estreno de la cinta, cifra superior a la de la mayoría de las películas.

Eso sí, la cinta tiene poco margen de error para recuperarse en la taquilla, en caso de un debut bajo lo esperado: una semana después es el estreno de la película, será el turno del filme de superhéroes Pantera Negra, la que todos los análisis previos auguran que dominará la taquilla mundial durante el resto de febrero, dejando poco espacio para su competencia.

De todas formas, las posibilidades de que 50 sombras liberadas sea un fracaso de taquilla son casi nulas. Pero la pregunta válida es si una historia que hace tan sólo tres años fue un verdadero suceso cultural, hoy puede despedirse de la misma forma.