"Estaba enojado y avergonzado después del concierto. El lugar era hermoso, ¡pero el sonido era horrible!". Esos eran los recuerdos que David Byrne tenía sobre su última presentación en Chile (2004 en Estación Mapocho) y que comentó en entrevista con la revista Qué Pasa en 2011.
Ese año, el camaleónico fundador de Talking Heads, visitaba el país, pero no para hacer música, sino que para presentar el libro Diarios de bicicleta, donde relata su experiencia recorriendo distintas ciudades en dos ruedas. Un año más tarde, lanzaría Cómo funciona la música, donde entrecruza su biografía con análisis y teoría musical.
Pero Byrne no sólo se ha relacionado con el mundo de las letras. También se acercó al cine cuando hizo la banda sonora de la película de Bernardo Bertolucci, El Último Emperador (1987), con la que ganó el Oscar. Tras la elección de Donald Trump, el escocés nacionalizado estadounidense además creó el proyecto Reasons to be cheerful, charlas donde, mediante historias de cambio positivo en el mundo, pretende aliviar lo que él siente como una "depresión" desde que Trump ascendió al poder.
A siete años de su visita como escritor, Byrne vuelve a tierra local, esta vez con la guitarra, para erigirse como la carta más legendaria de esta versión de Lollapalooza Chile y con nuevo disco bajo el brazo. La semana pasada American utopia llegó para terminar con 14 años de silencio musical del cantante, al menos en solitario, ya que grabó discos con Brian Eno en 2009 (Everything That Happens Will Happen on This Tour) y con St. Vincent en 2012 (Love this giant).
"Es un intento de describir el mundo en que vivimos hoy en día", publicó el músico en su Facebook sobre las diez canciones que componen el álbum, para el cual lamentó no haber colaborado con mujeres como lo ha hecho anteriormente, enfatizando la falta de representación existente en la industria de la música.
El medio especializado Consequence of Sound escribió: "Es un esfuerzo digno de una leyenda viviente, lleno de canciones en ocasiones impresionantes", crítica que podría resumir la tibia recepción en torno al álbum, sobre todo bajo las expectativas que genera uno de los artistas más influyentes de la música contemporánea.
Sin embargo, el norteamericano de 65 años no necesita de la novedad de este trabajo para atraer público: son casi 45 años de una influyente carrera -que ha transitado desde sonidos africanos hasta latinos -los que se pararán esta tarde a las 19 horas en el Itaú Stage, con clásicos como Burning down the house y Psycho killer.
La gira que lo trae comenzó a principios de este mes y luego de su show en Lollapalooza Chile, lo tendrá en las ediciones de Argentina y Brasil del mismo festival. "Es el espectáculo más ambicioso desde 1984, así que crucemos los dedos", anunció en redes sociales.