De 1973 a 2020: las cinco ediciones en que Viña vio peligrar su realización
Desde la edición previa al Golpe hasta la cita de febrero pasado, el festival enfrentó tensos escenarios. Pero nunca se había cancelado definitivamente como en 2021. Aquí una revisión por todas esas ocasiones en que el evento estuvo cerca de la suspensión.
El domingo 23 de febrero dejó una colección de imágenes que hicieron preguntarse seriamente por la realización de Viña 2020, a sólo horas del comienzo de su jornada inaugural con un menú de artistas encabezado por Ricky Martin. Un hotel O’Higgins asediado por una turba y casi sin ventanales, tras ser apedreado, se transformó a media tarde en el foco de mayor preocupación de autoridades y organizadores, Canal 13 y TVN.
Pero el puertorriqueño logró llegar a la Quinta Vergara y, luego de tomar decisiones de emergencia que alteraban la planificación inicial –los animadores Martín Cárcamo y María Luisa Godoy tendrían que abrir la velada, omitiendo el acto inicial, dado que muchos de los cantantes y bailarines de esta alojaban en el hotel–, el festival logró terminar su primer día, completó los siguientes tomando medidas de seguridad inéditas, y sacó adelante su edición número 61, una de las más complejas de su historia.
No podrá decir lo mismo en 2021, luego de que Canal 13 y TVN, en conjunto con la Municipalidad de Viña del Mar, acordaran no concretar la realización del certamen del próximo año y definir un retorno del evento para 2022, a raíz del difícil panorama que dibuja la pandemia para el evento musical de mayor audiencia de Latinoamérica.
¿En qué otra ocasión Viña encaró el peligro de no realizarse? La primera vez data de hace 57 años. La edición de 1973 llegó precedida por un agitado contexto social, marcado por las inminentes elecciones parlamentarias de un mes después y el “paro de camioneros” de octubre del 72. En un ambiente altamente polarizado, la selección de artistas terminó siendo protagonista, con las adiciones de dos agrupaciones ubicadas en las antípodas, Los Huasos Quincheros y Quilapayún.
Estos últimos tras subir al escenario fueron recibidos con pifias y atacados con una serie de elementos arrojados desde el público. “Se transformó en una batalla campal, nosotros en el foso recibíamos todo lo que tiraban”, rememoró el histórico director de orquesta, Horacio Saavedra, hace unos años. Una actuación que, por decisión del director de la transmisión, Gonzalo Bertrán, finalmente no fue transmitida (en una época en que el festival se daba por TVN, pero de manera diferida).
Otro foco de tensión fue la competencia folclórica, que terminó por dar a sus ganadores ante notaria. En el segundo lugar se ubicó una candidata que enfrentó críticas: Canción a la Bandera de Chile, con letra de Pablo Neruda y musicalizada por Vicente Bianchi, en voz de Los Fortineros.
La primera versión del certamen en dictadura también enfrentó complejidades. Fomentada por el régimen de Pinochet, la cita de 1974 tuvo entre sus episodios más controversiales la interpretación de Libre, de Nino Bravo. El comediante argentino Bigote Arrocet tuvo que responder a cómo fue leída su actuación en la Quinta, asegurando que sólo se trataba de un homenaje al cantante fallecido un año antes, en vez de una muestra de apoyo a la Junta Militar.
A 15 años de esa edición, el festival encaró las dificultades propias de un contexto que en sólo unos meses más acogería el plebiscito del SÍ y el NO. En un evento que sumó presentaciones de Chayanne y Los Enanitos Verdes, la nota más recordada la marcó José Luis Rodríguez, “El Puma”, al lanzar su frase “A veces hay que escuchar la voz del pueblo”, ante la conducción de Antonio Vodanovic y Pamela Hodar y la algarabía del público.
Los estadounidenses Mr. Mister también aportaron con lo propio en 1988. El cantante Richard Page pronunció “un saludo para los artistas amenazados de muerte. Los artistas del mundo estamos con ellos”, aunque sus palabras no fueron emitidas por la transmisión de la época, en manos de TVN.
A cuatro meses del triunfo del NO en las urnas, el evento volvió a iniciar una edición contagiada por el escenario del país. El evento en 1989 sumó a Emmanuel, Roberto Carlos y los estadounidenses REO Speedwagon, que esta vez no repitieron las palabras de sus compatriotas del año anterior. Hizo su estreno un inédito sistema para entregar los premios del certamen, que dejaba en manos de un jurado la elección de quién obtenía la Gaviota y quién no.
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