A las 21.30 Pearl Jam salió la noche del viernes al VTR Stage, pero nueve horas antes Laura Fernández (34) y Bryan Santos (34) ya los esperaban pegados a la reja junto a unos cincuenta fanáticos más. A pesar de que en los conciertos es habitual que el público llegue temprano para alcanzar una buena ubicación, en un festival con siete escenarios y cerca de 40 artistas cada día, no es una situación común. Pero el conjunto de Seattle logra eso y más.
Fernández y Santos son argentinos. Cruzaron la cordillera y llegaron desde Buenos Aires el jueves en la noche para ayer estar a las nueve de la mañana haciendo la fila para entrar al Parque O'Higgins. En el caso de ellos, el cómputo es mayor: doce horas de vigilia frente al sol para venerar a sus ídolos.
Por supuesto, fueron de los primeros en entrar y quedaron en primera fila, pegados a la reja, a solo metros de la banda de sus vidas. Ella lleva una polera de los músicos y en su brazo se puede leer Given to fly, segundo sencillo de Yield (1998). "Los sigo desde hace muchos años, hay una canción de Pearl Jam para cada momento de tu vida, nos acompaña en todo", explica.
A ninguno de los dos les interesa ver otra banda. De hecho no se movieron en todo el día del VTR Stage para no perder el lugar que les costó tanto conseguir. La técnica para evadir el baño, fue tomar solo sorbos de agua (que la producción repartía a quienes estaban cerca de la reja en todos los escenarios) y se turnaban para ir a comprar comida con el resto de los fans. "Conocemos gente de muchas partes, es increíble las amistades que genera verlos en vivo. Tenemos amigos en Brasil, Canadá, Nueva Zelanda, a todos los conocimos en la fila y eso es impagable", dice Santos.
También en la reja estaba Erick Aros (34) que llegó desde Arica solo para ver a Pearl Jam. "Llegué hoy (ayer) a las cinco de la mañana y me voy después del show. Los sigo desde los 9 años, así que de la reja nadie me saca", dice y agrega: "para todos los que están aquí, Pearl Jam es la vida, siempre tratamos de ir siempre a verlos, cada show es único". Y es que la banda no repite nunca la lista de canciones que toca de un concierto a otro. Andrea Sáez es otra que está en la reja, pero para ella la situación es distinta. Ella tiene cancha vip, por lo que su entrada incluye comida y tragos gratis. "Yo pido que me cuiden el puesto a cambio de un sanguchito y así puedo ir al baño y a buscar comida", relata.
La pareja bonaerense parte hoy al mediodía de vuelta para ver nuevamente a la banda liderada por Eddie Vedder, esta vez en la versión trasandina del Lollapalooza. A Fernández, su fanatismo la va a llevar incluso hasta Brasil, donde los norteamericanos se presentarán una semana después, el sábado 24 en el mismo festival. "A mí no me gusta escuchar los discos, lo que suena ahí no tiene comparación, eso es lo comercial. Lo que transmiten en vivo no tiene nombre, es increíble la energía que generan", comenta.