Hace 42 años, Mario Kreutzberger usó su popularidad y su creciente vínculo con personajes y rubros que excedían a la pantalla para arrastrar a empresas, figuras de la sociedad civil, artistas, otros rostros, el resto de los canales y básicamente a todo el país a una experiencia inédita como la Teletón, en ayuda a los menores con capacidades diferentes y en un minuto en que la realidad nacional distaba mucho de los festejos.
Hace seis días, Mario Kreutzberger consiguió prácticamente lo mismo. Esa sucesión de hechos y protagonistas ha cambiado poco y nada, salvo ese desbalance que indica que Kreutzberger hoy posee una influencia muchísimo mayor en ámbitos que van más allá de la TV y una presencia muchísimo menor en la propia pantalla chica.
En el resto, Don Francisco ha alcanzado algo similar: crear una instancia inédita –esta vez la cruzada Vamos Chilenos, que se hará el 18 y 19 de septiembre- para sensibilizar ahora en torno a dos de los frentes más afectados por la actual pandemia del Covid-19, los trabajadores de la salud y la tercera edad.
Ello no sólo habla de la sagacidad del conductor para mezclar su aún vigente poder de convocatoria con una causa incuestionable que de seguro servirá para muchos chilenos golpeados por la actual crisis. También demuestra que en la TV local nadie ha tomado su posta y que aún no ha aparecido alguna figura capaz de olfatear con habilidad y ambición lo que está pasando allá afuera, incluso por sobre las críticas
No hay rostros que en ese punto sirvan de relevo a Don Francisco, incluso en el crepúsculo de su trayectoria, a cuatro meses de cumplir 80 años y cuando los formatos que lo hicieron célebre –como Sábados Gigantes- ya cayeron en la total extinción.
Este periodo post estallido social, y de pesadumbre colectiva y económica por el encierro, sólo ha seguido desnudando la poca conexión de una mayoría de los rostros de la TV con las audiencias, parte de ellos –por decisión propia o por errores que los empujaron a dar un paso al costado- sucumbiendo a la desaparición, sin que nadie los extrañe demasiado.
Sucedió con José Miguel Viñuela, protagonista de un desatino mayor al cortarle el pelo al aire a un camarógrafo en momentos en que el público también situó a los animadores como una élite en posición de privilegio debido a sus buenos sueldos y sus tribunas de alta exposición.
Martín Cárcamo dio algunas señales de sensibilidad con la agenda al aludir a temas como Venezuela en el Festival de Viña de 2019 o al dar micrófono en octubre pasado en Bienvenidos a manifestantes que en pantalla le enrostraban la frivolidad perpetuada por los matinales. Pero optó por dar el salto al estelar Bailando por un sueño, focalizado en la distracción, y su carrera abrió un inesperado bache durante esta temporada.
Rafael Araneda se fue a Miami a potenciar su opción como conductor de entretención, mientras Cristián Sánchez y Luis Jara se alejaron del día a día televisivo por diversas razones, volviéndose nombres anecdóticos.
Francisco Saavedra a momentos encarna al animador que conjuga capacidad de entretener con cercanía ciudadana, aunque aún le falta mayor espesor como comunicador y dar un salto definitivo en instancias más exigentes.
En el ámbito femenino, hay figuras que han sabido sostener una carrera más estable pese a los cambios de era, como Tonka Tomicic, María Luisa Godoy o Diana Bolocco, pero sin que aparezca un liderazgo prominente. La sucesora natural, Vivi Kreutzberger, escogió el autoexilio de la pantalla.
Don Francisco ha dicho que estas próximas campañas benéficas serán su epílogo televisivo. Su canto del cisne en la solidaridad a gran escala. Cuando su presencia se desvanezca para siempre, no habrá sucesores para esa vacante.
En ningún caso es el conductor perfecto y para él también ha sido un desafío mayúsculo adaptarse a los nuevos tiempos de la industria, gran parte de las veces sin mucho éxito.
Pero el otoño del patriarca también ha revelado el otoño aún más temprano de sus herederos.