Hasta 2007, el discurso público en torno a todo lo considerado "nerd" o "geek" seguía ligado al eufemístico término "minoría". Por ese entonces, en el mejor de los casos, se podía hablar de una subcultura, pero pocos hubiesen apostado que la tribu de los rechazados terminaría siendo la fuerza dominante del mundo del entretenimiento.

Entonces llegó The Big Bang Theory. Y aunque es imposible atribuirle sólo a una sitcom el haber catalizado la verdadera conquista de la cultura pop que ha realizado el mundo geek en los últimos diez años, su estreno marcó un hito fundamental. La llegada a la pantalla de la historia de un grupo de geeks, fanáticos de los superhéroes, los videojuegos y la ciencia, se adelantó a un verdadero cambio cultural. Poco después llegó Marvel y el estreno de Iron Man, marcando el inicio de un universo de superhéroes de cómics que aún domina a la pantalla grande. Christopher Nolan transformaría el género en material de Oscar con El caballero de la noche. Tanto Star Wars como Star Trek regresarían a la pantalla, en múltiples formatos. Y la Comic Con de San Diego se transformaría en el evento más importante de Hollywood, siempre a la caza de nuevos productos y franquicias que puedan apelar al mundo geek. En poco más de diez años, la línea entre lo nerd y lo mainstream pareciera haberse borrado por completo.

Incluso más allá de su impacto cultural, quizás lo más sorprendente de The Big Bang Theory sea su constancia: tras 11 años, la serie no baja de los 18 millones de espectadores por capítulo (en Estados Unidos), ubicándose como la comedia más exitosa de esta era.

Si de cifras se trata, no hace mucho sentido que esta semana se haya anunciado que la temporada número 12, que se estrena en Chile el 8 de octubre en Warner Channel, será la última. Y, aparentemente, no tiene que ver con eso. Según la revista Entertainment Weekly, la decisión de cerrar la historia fue forzada por su protagonista, Jim Parsons, quien interpreta a Sheldon Cooper.

El actor habría rechazado un millonario contrato que le habría dejado ganancias de US $ 50 millones si es que aceptaba interpretar al personaje por dos años más. Pero Parsons, de 45 años, decidió que ya era momento de dejar atrás al personaje. Incluso si esa razón por sí sola no fuera suficiente para terminar la serie, está el hecho que el elenco negocia sus contratos como bloque, por lo que la salida de uno complicaba las tratativas con el resto.

Pero incluso si The Big Bang Theory pareciera haber existido en un permanente estado de gloria, su final, más allá de los números, pareciera ser un desenlace inevitable para una historia que hoy representa algo distinto que hace diez años.

El ocaso nerd

Incluso habiendo sido nominada a 52 premios Emmy, ganando diez (cuatro de ellos para Parsons), la serie siempre fue resistida por buena parte de la prensa especializada. Los críticos de medios como Vulture, The Guardian, Variety y Huffington Post abiertamente celebraron la noticia sobre el final cuando se anunció el jueves.

Además, el lugar de The Big Bang Theory en la modernidad ha resultado cada vez más problemático e incómodo, en medio de crecientes cuestionamientos a la cultura geek, acusada de sexista y racista por ciertos sectores.

Algunos aspectos de la serie resultan peligrosamente similares a las del denominado "fanatismo tóxico" de la era digital: su personaje más característico, Cooper, es un hombre blanco que renuncia a crecer, siente una propiedad excesiva sobre las cosas que le gustan y mira en menos a cualquiera que no comparta sus intereses. Varias actitudes de Howard (Simon Helberg) bordean en la misoginia, mientras que Raj (Kunal Nayyar), el único personaje de color de la serie, es el más ridiculizado.

Desde el principio, uno de los aspectos más cuestionados de la comedia fue su representación de las mujeres. Penny (Kaley Cuoco), en un principio el único personaje femenino del elenco principal, pese a tener más habilidades sociales que sus pares hombres, era generalmente objeto de burlas por su bajo nivel intelectual. Incluso cuando se sumaron más actrices al reparto (Melissa Rauch y Mayim Bialik) para compensar la sobrecarga de testosterona, los personajes femeninos de la trama no se alejaron mucho de la caricatura o el objeto de deseo de turno. Así, este año, dos profesoras de la Universidad Central de Florida le dedicaron a la misoginia de la serie un capítulo entero de su libro Masculinidad tóxica geek en los medios.

Si bien la cultura nerd pareciera estar lejos de llegar a su fin -los superhéroes siguen dominando el cine y la Comic Con aún es de los eventos más populares del planeta-, es su público el que hoy es cuestionado. Casos mediáticos como las críticas sexistas que recibió en redes sociales el reboot femenino de Los cazafantasmas -donde la mayoría de los ataques fueron concentrados contra la comediante afroamericana Leslie Jones- y el acoso online racista que recibió la actriz Kelly Marie Tran de Star Wars: Los últimos Jedi, han llevado a una reevaluación de la cultura geek: si hace diez años pasó de ser marginalizada a cool, hoy, por lo menos una parte de esta pareciera ser tan capaz de abusos y acoso como cualquier otro grupo de poder. Y en medio del movimiento #MeToo y las tensiones raciales que vive Estados Unidos, el comportamiento de algunos fanáticos auto definidos como nerds es cada vez más condenado.

A pesar de todo, el final de The Big Bang Theory no es tan definitivo. El spin-off Young Sheldon, que sigue a un joven Sheldon Cooper, no tiene planes de parar pronto. Y aún así, en el escenario televisivo actual, ninguna historia termina para siempre.