Lo primero que llama la atención de Tómame es lo bien que suena, sus detalles. Nada que envidiarle a un éxito del pop anglo del último tiempo. Lo segundo, su letra: coqueta, lujuriosa incluso, sin rodeos a la hora de pedir lo que sugiere su título. Y así, con un tema decididamente popero y sensual, la cantautora nacional presenta hoy el primer vistazo de su esperado cuarto disco, en una decisión que, tal como en los tres minutos de duración del single, parecen esconderse varias capas y detalles.
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"Me gustaba la idea de presentar primero una canción que tuviera este potencial, donde se establece que no hay miedo en hacer una canción pop, bacán, relajada, para pasarlo bien, y que a la vez tuviera humor, sensualidad, femineidad y libertad", sintetiza la artista y creadora de Ruidosa desde su natal California, la tierra a la que volvió a vivir hace unos años y donde por estos días trabaja en el sucesor de Tajo abierto (2014). Un álbum cuyo estatus es "avanzado pero todavía abierto", según explica, con fecha de lanzamiento para 2019 y cargado de expectativas, tanto de sus seguidores como de la propia autora.
¿Cuán representativa es Tómame del nuevo material en el que está trabajando?
Es representativa en el sentido de una nueva etapa, de una exploración de un sonido. Las canciones nuevas se mueven mucho en esta idea de que hay pianos, pero pianos distorsionados; hay voces pero súper trabajadas y una exploración en rangos vocales que quizás no había explorado. En el fondo, hay una continuidad con lo que he hecho pero también un crecimiento, obviamente, porque han pasado diez años desde Muérdete la lengua. Es como cuando uno ve las fotos de cuando tenía 18 años. Por lo mismo, el material nuevo refleja muy bien quién soy. Si bien Tajo abierto me encanta, era mucho más exploratorio, y en este rayé la cancha antes con respecto a la musicalidad y a los temas que quería tratar.
Su música siempre ha estado en la vereda de lo popular, pero en Tómame parece haber algo más marcada y conscientemente pop. ¿Era esa la idea?
Pienso que sí. Es decir, si estamos trabajando en el mundo de la música y de la comunicación, uno se pregunta qué elementos son míos y qué puedo aprender de lo que está sonando hoy y lo que me gusta del ayer. Entonces sí, hay una búsqueda y una propuesta. Siempre he sido súper fan del pop, me encanta ver la calidad de la manufactura del pop, esa elegancia y lo estilizado de estas piezas donde no sobra una sílaba. Y si algo estamos tratando de hacer es pulir, esculpir. Yo soy muy de lo intuitivo, hay una parte mía muy orgánica, de cantautora, pero también ha sido interesante ver cómo incorporar esa espontaneidad y esa fuerza en un plano de música pop.
¿Hay detrás de este tema pop un mensaje más político y urgente? ¿Hablar de sexualidad y de la libertad del cuerpo hoy tiene que ver con ciertas discusiones que se están planteando, sobre todo para las mujeres?
Absolutamente. Creo que lo más difícil es poder comunicar cosas de manera entretenida. Es como decir, "no estoy siempre predicando, no estoy hablando siempre desde un mismo lugar". Y en el caso de Tómame, también tiene que ver con pelear y conquistar las inseguridades, conquistar la sexualidad, decir que puedo disfrutar y pedir lo que yo quiero sin culpa, sin vergüenza, sin catolicismo, sin maternidad. Es decir que esto es algo que yo también puedo demandar. Y, al mismo tiempo, esta es la primera vértebra de un disco que va a ser muchísimo más ambicioso que otros, tanto en la producción musical como en la lírica, la melodía y las colaboraciones. Estoy apuntando a una propuesta que es mucho más consciente y actual.
Pensando en su trabajo con Ruidosa, ¿qué le han parecido las últimas denuncias de acoso y abuso en el ámbito cultural chileno? ¿Por qué cree que han salido más denuncias de este tipo en el mundo audiovisual que en el de la música?
Creo que todo es parte de un mismo movimiento y una conversación que fortalece a todos los sectores. Es decir, por una parte pienso que si no es el mundo de la cultura donde daremos el puntapié inicial para romper con la tradición y la opresión, ¿qué queda para otros sectores que son más tradicionales? Me hace sentido que sean estos espacios los primeros en explorar o abrir estas conversaciones, porque además los productos culturales tienen la posibilidad de la transferencia de experiencia, de contar historias. Pero además, en el mundo audiovisual, hay una diferencia de dinámica profesional, donde la "jerarquía" de la industria es diferente. Entonces, la posibilidad que uno tiene de poder ejecutar proyectos por sí mismo es más reducida, uno está más sujeto a terceros para avanzar y eso hace que las dinámicas de poder y el aprovechamiento se instauren con mas facilidad. En el mundo de la música sin duda existen y hay comportamientos y actitudes totalmente sexistas o machistas, pero hay más espacios colaborativos, hay más puertas por las cuales entrar.