Este sábado se estrenó la octava temporada de uno de los programas más vistos de Canal 13, Lugares que hablan. El mismo espacio que, según registra su propio conductor, Francisco Saavedra, ha recorrido cerca de mil localidades en sus ocho años al aire. En esta oportunidad, el ciclo estará constituido por 18 capítulos de larga duración, los que se extenderán por alrededor de dos horas.
El sábado recién pasado el programa fue transmitido entre las 22:30 horas y las 00:30 horas y -como ha sido la tónica de otras temporadas-, se alzó como el líder del horario prime sabatino, donde promedió un rating de 12,8 y un peak de sintonía de 15,7 unidades. En ese mismo horario, los promedios de los otros canales fueron: Mega 10,8, CHV 10,5 y TVN 4,5.
En cuanto a esta primera entrega, Saavedra y su equipo recorrieron la extensa carretera austral, donde conocieron inéditas historias y se reencontraron con un viejo conocido: Tito Berrocal, residente de Río Tranquilo y quién apareció hace algunas temporadas. Berrocal y su hijo Guillermo fueron guías turísticos de la zona y condujeron al conductor con la misión de escalar el glaciar Exploradores.
“En esta octava temporada llegamos a lugares que realmente son maravillosos, pero en general, en los episodios nos concentramos más bien en las historias, en la emoción y en lo sacrificado que es vivir acá en Chile. Son cachetazos que te da la vida, es como decir ‘oye loco, lo tenís todo, mira acá como la gente vive’”, comenta quien también fue jurado del último Festival de Viña del Mar.
¿Qué le ha significado esa consolidación en la conducción del programa?
Me permitió reinventar mi carrera. Antes hacía Alfombra roja y la verdad es que cuando terminó ese programa me fui a Lugares que hablan y me costó unos cuatro capítulos llegar a estar con horario prime. Con este horario le estamos dando visibilidad a nuestros compatriotas. Cuando nosotros llegamos con una cámara ellos se sienten escuchados, porque tú sabes que lamentablemente Santiago es Chile. Al entrar a una casa que no tiene agua, ni luz y que tiene un piso de tierra, justamente eso es hablar de desigualdad y eso es muy tremendo.
“Aprovecho de contar que estoy preparando mi tercer libro, que voy a estrenar en mayo de este año. Se llama Luchadores, historias basadas en Lugares que hablan. Allí cuento que nosotros seguimos metidos en todos los temas medioambientales, en el cambio climático, así que estoy muy contento de realizar esto”.
Hemos visto que ha tenido una gran popularidad en festivales como el de Las Condes y el de Viña del Mar, donde en el primero incluso ingresó un club de fans suyo al recinto. ¿Qué ha significado para usted ese apoyo de la gente?
A mí me da pudor eso, pero no puedo estar más agradecido de ese amor, sea con club de fans o no. Yo tenía mucho miedo de volver a grabar cuando fue el estallido social, porque no sabía cómo iba a ser la reacción de la gente y, de hecho, fui a tocar con una olla a una marcha y no alcancé a caminar dos cuadras porque me pedían fotos de pura buena onda. Por eso mismo no puedo asistir.
Con respecto a este mismo tema, ¿cuánto ha cambiado la televisión chilena después del estallido?
Por supuesto que la televisión cambió, y la televisión va a tener que saber cambiar. Creo que los tiempos de los primeros planos, de los programas frívolos de moda, los tiempos de galas llenas de lujos y de accesorios brillantes se terminaron. La televisión va a tener que saber adaptarse a los nuevos tiempos, pero para mí no es un panorama extraño, porque llevo ochos años haciendo Lugares que hablan.
¿Cómo fue la experiencia de ser jurado del Festival de Viña del Mar?
Fue muy linda esa experiencia, me llevo increíble con todos mis compañeros. Estuve hablando con Pedro Capó y le mandé el teaser del programa, y me decía que quería ir de vacaciones a Chile, lo mismo me dijo Luciano Pereyra hace unos días. Leila Cobo, que fue la presidenta del jurado del Festival, que es directora de Billboard y directora de la revista American Airlines, me invitó a escribir en esta última y dije que sí, así que escribiré una vez al mes en esa revista sobre Chile y sus historias y lugares.
¿Qué le pareció que los humoristas lo hayan tomado como una especie de “comodín” en sus rutinas? Casi todos lo aludieron.
Mira, es que es diferente cuando te agarran pal fideo en buena y cuando es en mala, ningún humorista me agarró pal fideo en mala. Lo otro, es que me decían lo de la cazuela, y esos son chistes que van pasando, esto es como en el colegio, que el que se pica pierde. Hay que reírse de uno mismo; si uno no se sabe reír de sí mismo es porque carece de inteligencia.
¿Siente que puede animar el Festival de Viña del Mar en los próximos años?
Sería una irresponsabilidad y una falta de tino de parte mía responder eso ahora, porque hoy día ese Festival tiene dos animadores que son grandes comunicadores como Martín Cárcamo y María Luisa Godoy. Me gusta mucho animar y me encantó hacer el Festival de Las Condes, donde fue una experiencia distinta hacerlo sólo este año; pero si tú me preguntas en particular por el Festival de Viña, sería una falta de respeto contestar.
Por último, ¿vio la rutina de Belloni antes de la presentación de Viña del Mar? Y si la vio, ¿qué le aconsejó? ¿Cómo se dio ese lazo entre ustedes dos?
Con respecto a lo de Ernesto Belloni, lo mío no fue nada más que un llamado telefónico apenas supe que él venía al Festival de Viña del Mar, ya que como había visto su rutina, le dije que sacara algunos chistes. Después me dio la mano y no entendí por qué lo hizo, porque fueron los mismos consejos que les dieron otras personas.
“Nosotros tuvimos una gran amiga transformista que falleció, que se llamaba Francis Françoise, de ahí viene el vínculo. Siempre me contaba lo importante que había sido para ella trabajar en dictadura junto a Belloni, ya que en tiempos difíciles le abrió un mundo no tan solo a ella, si no que a muchos transformistas de aquellos años”.