"Más no es mejor. Solo mejor es mejor", decía el CEO de HBO Richard Pleper en octubre de 2017, cuando presentaban su presupuesto para la siguiente temporada televisiva: aproximadamente US$ 2 mil millones. La cifra era casi seis veces menor de lo que Netflix recientemente había anunciado que invertiría en programación durante el año siguiente, y también era menor a la de otros servicios de streaming como Amazon.
Pero el ejecutivo era firme en el modelo de negocios de su canal: según él, la competencia entre el mundo digital y la televisión lineal había tenido como principal perjudicada a la calidad de las cada vez más numerosas producciones de la pantalla chica. Algunas son buenas, pero también el exceso de inversión y la falta de filtro habían provocado una proliferación de la televisión mediocre.
Pero no en HBO. Según Pleper, el canal seguiría invirtiendo solo en las producciones que fueran dignas del estándar de calidad de la señal premium, y que eso a la larga siempre les traería dividendos. Menor inversión y programación, pero mayor calidad.
Si se miran las cifras, Pleper no estaba equivocado. HBO tuvo un crecimiento de un 11% en sus suscripciones en Norteamérica en los últimos meses, con ganancias históricas para el canal. Pero desde el mes pasado, las cifras del canal pasaron de improviso a ser insuficientes. La confirmación de la compra del conglomerado comunicacional AT&T a Time Warner (dueña de Warner Bros, Turner y HBO) trajo consigo un nuevo liderazgo en el canal de cable, que parece poco interesado en la estrategia del "más no es mejor", sino todo lo contrario.
Según The New York Times, la cabeza del grupo ahora llamado Warner Media les advirtió a los empleados de HBO que "se viene un año duro", en donde la filosofía histórica del canal, que lo ubicaba en un plano distinto al de su competencia -"No es televisión, es HBO"-, ya no sería aceptada.
"Quiero más horas de visionado. Así obtienes más datos de los consumidores y puedes monetizar sistemas alternativos de avisaje y de suscripción, lo que será relevante en el mundo del mañana", aseguró John Stankey, cabecilla del conglomerado, a los empleados del canal, vaticinando un fuerte cambio de identidad del canal en los próximos meses.
Para empezar, el aumentar las horas de programación de HBO se vislumbra como una tarea titánica. El canal suele tener pocas series al aire con episodios nuevos -actualmente tiene sólo dos, Succession y Sharp Objects-, casi siempre programadas los fines de semana, mientras que de lunes a viernes sobrevive principalmente en base a repeticiones, documentales y películas.
También está el tema de las cifras de audiencia: en este momento HBO tiene un solo gran éxito, Game of thrones, y solo un puñado de otras series que superan el millón de espectadores por episodio en Norteamérica, como Westworld, Insecure y la recientemente estrenada Sharp Objects. Series elogiadas, pero de audiencia moderada, como Silicon Valley, Barry y The Deuce podrían comenzar a ser evaluadas de forma distinta por los ejecutivos de la señal.
En lo inmediato, la estrategia que pretende implementar el canal tiene una punta de lanza clara: este semestre se comenzará a filmar el spin-off/precuela de Game of thrones, buscando así estrenarlo a sólo meses de que la serie épica llegue a su fin definitivo el próximo año.
Las nominaciones al Emmy probablemente significaron la única prueba que necesitaban los nuevos dueños del canal para justificar su decisión de implementar cambios. Por primera vez, la señal de cable quedó atrás en las candidaturas totales frente a Netflix. El servicio de streaming justamente consiguió la marca con la estrategia a la que HBO desea apuntar: un catálogo tan amplio y variado que fue reconocido con menciones en las más diversas categorías, desde las que reconocen a series hasta documentales, telerrealidad y especiales de comedia.
Si bien en la ahora infame reunión Stankey no mencionó a Netflix, empleados de HBO aseguraron al New York Times que estaba claro que ese era el horizonte para el ejecutivo. Un modelo que no podría estar más alejado de la identidad que por tres décadas ha mantenido el canal: la austeridad pasará a ser la inversión sin límites, mientras que el cuidado al momento de elegir los contenidos dejará su lugar al ensayo y error. Menos ya no es más. Sólo más es más.