En el último tiempo, Justin Bieber ha decidido alejarse de la música para enfrentar sus problemas emocionales y mentales.
En febrero de este año comenzó una terapia para tratar su depresión: un problema que lo ha afectado desde que se convirtió en una estrella de la música con solo 13 años de edad.
Ya en marzo, anunció un alto en su carrera para dedicarse exclusivamente a sanarse. "Ahora, estoy muy centrado en reparar algunos de los profundos problemas que tengo, tal y como muchos de ustedes, para no caerme; para poder mantener a flote mi matrimonio y ser el padre que quiero ser", dijo entonces a través de sus redes sociales, misma herramienta que usó esta semana para abrirse una vez más a sus seguidores, y hacer las confesiones más crudas que ha realizado hasta ahora.
"Es duro levantarse por la mañana con la actitud adecuada cuando estás sobrepasado con tu vida, tu pasado, tu trabajo, responsabilidades, emociones, familia, finanzas y relaciones". Y siguió: "A veces puedes llegar al punto de no querer vivir más. (…) Pero soy afortunado de tener a gente en mi vida que me anima a seguir", escribió ayer en su cuenta de Instagram.
"Ven que tengo mucho dinero, ropa, coches, elogios, logros, premios, y aún así no estaba lleno". Y continúa: "¿Conocen las estadísticas de niños estrella y el resultado de sus vidas? Hay una presión brutal sobre un niño cuyo cerebro, emociones y lóbulo frontal (el que ayuda en la toma de decisiones) no están del todo desarrollados todavía".
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Recuerda entonces lo difícil que fue lidiar con la fama a tan temprana edad. "Pasé de ser un chico de trece años de una ciudad pequeña a ser alabado por todo el mundo, millones de personas decían cuánto me querían y lo genial que era. (…) Todo el mundo lo hacía todo para mí, así que nunca aprendí cosas fundamentales sobre la responsabilidad. Cuando tenía 18 años y ningún conocimiento de como funciona el mundo real, me vi con millones de dólares y acceso a cualquier cosa que deseara. Esto es algo que le daría miedo a cualquiera", explica.
Luego se detiene en las consecuencias de esa fama y una vida de lujos. "Cuando tenía 20 años tomé todas las malas decisiones que te puedas imaginar y pasé de ser una de las personas más queridas y adoradas del mundo a la más ridícula, juzgada y odiada. Estar sobre el escenario, según algunos estudios, supone un alza de dopamina más grande que cualquier otra actividad, y esas alzas y bajones son muy duros de manejar. Habrás notado que muchos grupos y artistas acaban en una fase de drogadicción y creo que es por ser incapaces de manejar los altos y bajos que suponen ser un artista de entretenimiento", analiza el canadiense.
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Fue entonces que comenzó con los excesos, y en diferentes dimensiones. "Empecé a consumir drogas duras a los 19 y denigré a mis parejas. Me volví un resentido y perdí el respeto a las mujeres", dice quien tuvo famosas relaciones amorosas, como por ejemplo con la modelo Sofia Richie, la actriz Nicola Peltz, y su más famosa pareja: la cantante y actriz Selena Gómez. "Me distancié de todos los que me querían y empecé a esconderme tras un caparazón. (...) Me ha llevado años recuperarme de todas esas decisiones, arreglar esas relaciones rotas y cambiar mis malos hábitos en las relaciones", dice el artista de 25 años, hoy casado con la modelo Hailey Baldwin. "Ahora estoy navegando por la mejor época de mi vida, ¡el matrimonio! Que es una nueva responsabilidad increíble. Aprendes paciencia, confianza, compromiso, amabilidad, humildad y todo lo que significa ser un buen hombre", concluye Bieber.
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