Antes de aventuras de superhéroes o dinosaurios al borde de la extinción, el año partió con el ascenso a categoría de fenómeno de un estreno de 2017: Coco. La película de Pixar sacó provecho al periodo de vacaciones del último verano para consolidarse como la cinta de Disney más vista en la historia de Chile, y posteriormente, ya sobre la barrera de los dos millones, se alzó como la más exitosa de la que se tenga registro en el país.
Esas cifras constituyeron un adelanto de lo que se vendría más tarde: un primer semestre de grandes números para las superproducciones en las salas locales y, por tanto, un lapso de celebración para exhibidores, pese a decepciones como la última Tomb Raider o Han Solo: una historia de Star Wars. A la cabeza de las alegrías en la liga de las superproducciones han estado Avengers: Infinity War y las segundas partes de Los Increíbles, Deadpool y Jurassic World.
Durante los primeros seis meses en Chile, los complejos de multisalas reunieron a 14.186.074 espectadores, mejorando en alrededor de 650 mil el año anterior y quedando en la revisión histórica sólo por debajo de 2016, que en su primera mitad registró cerca de 200 mil espectadores más en el mismo periodo. Esa vez los cines a esta altura del año celebraban el éxito de la chilena Sin filtro, además de Capitán América: Civil War, El libro de la selva y Zootopia.
En el análisis, lo más sorprendente de 2018 es que, luego de Coco, se volvió a batir el récord de la apuesta más vista de la historia local, a través de la última aventura de los Avengers, que hoy ostenta 2.336.766 espectadores. Pero el resto del top 5 del año (ver tabla) ya registra números que dejan atrás a las películas anteriores de cada saga.
Hotel Transylvania 3, que se estrenó el jueves de la semana pasada, abarcando las vacaciones de invierno, reunió cerca de 400 mil espectadores en sus primeros siete días, con lo que está a punto de superar lo que acumuló la primera parte en todo su recorrido (422 mil) y por poco timbró un mejor arranque que incluso Los Increíbles 2.
En la industria hay explicaciones a los buenos números, porque el sector desde 2007 no ha parado de crecer, en distintos grados. "En épocas de desaceleración económica en un país se ha podido notar, a través de los años y a nivel mundial, que la industria del cine tiende a crecer, ya que el consumidor siempre busca formas de entretención para distraerse, haciendo de ver una película una opción económica en comparación con salidas a restaurantes o viajes", apunta Gianni Gentili, general manager de Andes Films, distribuidora a cargo de estrenar en Chile películas de los estudios Universal, Sony y Paramount.
Al revisar el listado de las películas más vistas del año, sólo las nueve primeras tienen más de 500 mil espectadores, número desde el cual se puede empezar a hablar de éxito en la taquilla. Desde el puesto 29, hay más de un centenar de películas con menos de 100 mil espectadores, comenzando por El legado del Diablo, que se despidió de los cines con alrededor de 95 mil.
El fenómeno, bajo la mirada de Carlos Hansen, que encabeza BF Distribution, debe ser observado más allá de los números. "Suben las admisiones porque las películas blockbusters están vendiendo mucho más que las anteriores. Son sucesos. Hay películas que están hechas para vivir la experiencia de verla en el cine. Pero son cada vez menos lo que duran las películas que no son blockbuster".
Durante el año cintas esperadas pero más de nicho han durado pocas semanas en la cartelera, alcanzando cifras por debajo de las expectativas. La animación Isla de perros reunió 25 mil espectadores y la primera película de Sebastián Lelio, Desobediencia, no alcanzó los 20 mil. "El cine va creciendo y creo que va a seguir así porque están aumentando las salas, pero cada vez se va concentrando más en películas familiares y superproducciones. Para el cine independiente y las películas de autor, está súper complicado. Y la gente, al haber poca oferta, se está yendo a Netflix o Amazon", dicen Hansen.
Hay también otro matiz: las mejores temporadas de asistencia a los cines coincide con los estrenos de Nicolás López: Sin filtro (2016) y No estoy loca (2018). Un escenario que puede empezar a cambiar tras las denuncias de acoso sexual contra el realizador.