Por años se habló de un "secreto a voces": muchos en Hollywood intuían, o derechamente sabían, que en la industria -así como en la sociedad- estaban normalizadas prácticas de acoso y abuso sexual en contra de mujeres (y, en algunos casos, también con hombres). Pero luego de que estallara el caso de Harvey Weinstein (ver recuadro), quien desde octubre ha sido acusado por casi un centenar de mujeres de conductas que van desde acoso hasta matonaje y violación, de "secreto" queda poco. Hollywood ha vivido un remezón en donde la caída de algunas de sus figuras más relevantes, desde Weinstein hasta Kevin Spacey, han sido extremadamente públicas, levantándose el telón de una cultura abusiva que un silencio cómplice perpetuó a lo largo de los años.
En estos meses, pareciera que la industria no termina de abordar un caso cuando estalla otro nuevo. Y si algo ha demostrado el variopinto grupo que engrosa cada vez más el listado de acusados de acoso y abuso, es que cualquiera puede haber incurrido en conductas condenables durante su carrera. Incluso nombres tan respetados y queridos como Morgan Freeman.
Este jueves, un reportaje de CNN en Estados Unidos reveló los testimonios de ocho mujeres sobre situaciones donde el actor las habría acosado sexualmente, además de ocho testigos que aseguraban haber visto al ganador del Oscar caer en comportamientos impropios. Las acusaciones van desde comentarios indebidos sobre el físico de mujeres tanto en sets de filmación como dentro de su productora, Revelations, y un par de casos en donde el actor habría iniciado contacto físico con mujeres jóvenes sin su consentimiento.
Una joven asistente de producción de la película Un golpe con estilo (2017) aseguró que durante la filmación, Freeman constantemente comentaba sobre cómo se vestía, y que incluso una vez intentó levantarle la falda, preguntándole si usaba ropa interior. En esa ocasión, el actor recibió un llamado de atención de su colega Alan Arkin, quien presenció la escena. Miembros del equipo de producción de películas como El caballero de la noche (2008) y Los ilusionistas (2012), tanto hombres como mujeres, también aseguraron haber visto o sufrido comentarios subidos de tono por parte del actor. Según contaron a CNN, las mujeres que trabajaban con Freeman tenían que poner particular cuidado en sus vestimentas, para no ser objeto de alguna observación poco bienvenida por parte del artista.
Personal de la productora co-fundada por el actor, Revelations Entertainment, también aseguraron que Freeman y su socia, Lori McCreary, mantenían un ambiente laboral "tóxico", con el actor constantemente haciendo sentir incómodas a las mujeres del lugar a través de miradas poco decorosas y sin ningún esfuerzo por disimular, y comentarios indebidos. Una ex trabajadora aseguró que en su primer día en la productora, Freeman, rodeado de un grupo de personas, le preguntó "qué opinaba del acoso sexual".
El comportamiento de Freeman estaba tan naturalizado que el actor solía hacer ese tipo de comentarios en público y sin ningún reparo sobre quién lo podía presencial. Incluso el artículo incluye el testimonio de tres periodistas que habrían sido objeto de este tipo de frases mientras entrevistaban al actor, con algunos de los comentarios realizados en cámara. Una de ellas es la co-autora del artículo de CNN, Chloe Melas, quien decidió comenzar la investigación tras entrevistar a Freeman hace un año. Melas llegó a la entrevista con seis meses de embarazo. El actor al verla, le repitió varias veces, "desearía haber estado allí".
A través de una declaración pública, Freeman ofreció disculpas: "Cualquiera que me conozca sabe que no soy alguien que quiera ofender de forma intencional o hacer sentir a alguien incómoda. Me disculpo frente a cualquiera a quien le haya faltado el respeto. No fue nunca mi intención".
El reportaje de CNN rápidamente tuvo consecuencias. El Sindicato de Actores de Estados Unidos (SAG) anunció que revisaría el premio a la trayectoria que le otorgó a Freeman en enero, y pronto anunciaría "acciones a tomar" sobre el tema. La misma organización instauró en febrero un código de conducta en casos de acoso sexual, prohibiendo cualquier "conducta verbal, física o visual no consentida de naturaleza sexual que sea grave o reiterada y que genere un ambiente hostil, ofensivo o intimidante en el trabajo".