Coco es la película más vista de la historia en Chile, pero quizás ninguno de sus espectadores locales se imagina que hubo un compatriota detrás de su realización. Leif Pedersen Cristino nació en Santiago hace 38 años, descendiente de inmigrantes noruegos e italianos, lo que explica su nombre. A los ocho se fue a Estados Unidos con su madre, pero volvió a Chile a los 13 por asuntos familiares. Entró al Instituto Nacional y al terminar su enseñanza media decidió retornar a Miami a estudiar Animación.
"Yo dibujaba desde chico, vengo de una familia de artistas (entre ellos un Premio Nacional de Arte, el pintor Sergio Montecino), entonces siempre me apoyaron. Me vine a estudiar acá, porque la animación es un movimiento cultural súper importante y rentable además", explica Pedersen a La Tercera.
Con 23 años, recién titulado, llegó a Univisión, una de las cadenas de televisión en español más importantes de Estados Unidos, donde comenzó realizando tareas básicas y terminó a cargo del arte de la sección de entretención. Pero quería más. Hizo un magíster en Bellas Artes con mención en animación y efectos especiales, y de esa forma logró acercarse a una de sus mayores metas.
"Usé mi magíster para impactar a Pixar. Les hice un proyecto que consistía en explicar de forma didáctica cómo usar RenderMan, que es este software creado por ellos súper complejo, mediante su aplicación en algunas escenas", cuenta. Luego de realizar charlas para el estudio, aprovechó una reestructuración de personal para postular. Después de más de tres meses y siete entrevistas, finalmente quedó. "Hay gente que lo intenta toda la vida y nunca puede entrar. Estaba muerto de susto. Uno de mis jefes era ganador del Oscar, imagínate", cuenta.
Hoy, el chileno es uno de los encargados de RenderMan, que explicado en simple, es el software que da vida al trabajo 3D para que simule el mundo real. Además Pedersen ayuda a "materializar" las ideas del equipo creativo al ser un puente entre esa área y la técnica, y también está encargado del marketing del programa computacional.
El proyecto más importante en el que el animador ha participado fue Coco (2017), la cinta dirigida por Lee Unkrich que cuenta la historia de Miguel, un niño que sueña con ser músico a pesar de la negativa de su familia, y que se quedó con el reciente Oscar a Mejor película animada y Mejor canción original, las dos categorías a las que estuvo nominada. "Fue increíble, pero lo esperábamos, considerando la competencia que había y la autenticidad que tiene la película. Se demoró uno o dos años más de lo que debería de hecho, para realmente refinarla y que fuera súper auténtica culturalmente, y con una historia emocional muy linda también. Tuvo un impacto súper importante en Latinoamérica y eso nos dejó en claro la importancia que estaba teniendo. Teníamos harta fe de que iba a ganar", cuenta Pedersen, que ahora se encuentra trabajando en Los Increíbles 2.
Un ambiente surreal
Después de casi dos años en Pixar, lo que más disfruta de su trabajo es la libertad creativa y las comodidades que le otorga el estudio. "Es muy choro trabajar acá. El lugar es hermoso y le dan mucha importancia al bienestar del empleado, a hacer que uno esté contento en la compañía. Hay canchas de básquet, voley, piscinas, gimnasio. Es un pequeño mundo para que uno se sienta bien y avance creativamente. Es la abstracción de un mundo ideal. Todos son buena onda, todo está perfectamente mantenido, se preocupan hasta de cómo uno se sienta, de que camines un par de veces al día, hay parques para eso. Es casi surreal", relata Pedersen.
Como no tiene horarios, habitualmente sale de su casa a las 10 de la mañana. De esta forma evita el alto tráfico de San Francisco y se demora sólo 20 minutos en llegar al estudio. Entre las 7 y las 8 de la tarde por lo general está listo para volver a pasar tiempo con su familia. Su esposa Nancy es chilena. Se conocieron en el colegio, solo seis meses antes de que Pedersen dejara el país para irse a estudiar, por lo que pololearon cinco años a distancia hasta que ella terminó sus estudios y pudo mudarse. Hoy tienen dos hijos, de 7 y 2 años, a los que les hablan en español y preparan empanadas. "Sin mi esposa no habría llegado donde estoy y me llena el corazón saber que nuestros hijos representan nuestra bella aventura", dice.