TVN vive una etapa de cambios. A las recientes renuncias de Francisco Orrego a la presidencia del directorio y Jaime de Aguirre como director ejecutivo, se suma el proyecto de ley impulsado por La Moneda para modificar la ley orgánica de la señal, instancia que busca establecer cambios en su gobierno corporativo, su financiamiento y su programación.

Frente a esas reformas, los involucrados han observado distintos modelos de TV pública en el mundo, todos con funcionamientos diferentes. En el caso de TVN, su financiamiento viene a través de la publicidad y de capitalizaciones esporádicas que ha realizado el Estado para contener su situación financiera; el presidente del directorio y sus seis miembros son elegidos por el Presidente de la República y ratificados por el Senado; y su parrilla sale a disputar la sintonía con las señales privadas, por lo que exhibe una oferta diversa y masiva. ¿Cuáles son las otras apuestas de canales públicos que hay en otras latitudes y a cuál se quiere acercar TVN?

El faro inglés

Desde 1927, la BBC ha sido el referente mayor. Se financia a través de tres vías: la más relevante es un impuesto conocido como "canon" y que debe pagar cada hogar en el Reino Unido que tenga un televisor, garantizando de esa manera un contenido sin publicidad e independencia del gobierno de turno. Tal monto corresponde al 75% de sus ingresos y cuesta para los televidentes 165 euros anuales ($ 128 mil). La segunda fuente (20%) corresponde a las actividades comerciales de la compañía, desde venta de contenidos a otros continentes hasta merchandising. Y el tercer flanco, que ha ido descendiendo y hoy es minoritario (5%), es una subvención gubernamental entregada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, financiando el servicio internacional BBC World, el que proporciona contenidos en 32 idiomas. Según la Unión Europea de Radiodifusión, en 2017 la entidad recibió un financiamiento total por las tres vías de 6.047 millones de euros.

Mirando hacia Chile, algunos especialistas aseguran que el modelo del canon sería muy difícil de replicar. "Es impracticable acá. En Inglaterra nace cuando los televisores entraron a la vida de las personas y eso lo mantuvo vigente, pero introducirlo acá como algo nuevo sería difícil. La gente asume la televisión como parte de su cotidiano y no estaría dispuesta a un impuesto extra por ello", dice Valerio Fuenzalida, profesor de la Facultad de Comunicaciones de la UC.

Fernando Labrada, exgerente de producción de Televisión Española (TVE) y hoy consultor internacional en temas audiovisuales acota: "Evidentemente la BBC fue el guía en esta materia. En primer lugar, por los valores de imparcialidad que emanan de un sistema democrático ejemplar; y en segundo, por el desarrollo del canon para su financiación, lo que, en su momento, resultó novedoso. No obstante, creo que hoy tal modelo empieza a ser ineficaz y costoso". Según El País, efectivamente uno de los inconvenientes del impuesto inglés en el último tiempo es la elusión del pago por parte de muchos televidentes.

Pero si la BBC aún se construye en base a su pasado, también ha empezado su tránsito hacia el futuro. Hace cerca de una década, anunció el cierre de una serie de servicios que ya no eran rentables, como estaciones radiales internacionales o de onda corta, medida no solo en sincronía con una reducción del presupuesto por parte del gobierno, sino que también para concentrarse en las nuevas tecnologías. De alguna forma, había llegado el minuto de salir a enfrentar las maneras contemporáneas de ver TV. Por eso, inauguró plataformas como BBC iPlayer, sistema de retransmisión por internet que permite ver y escuchar todo el contenido de los últimos siete días; o un área interactiva de TV que ofrece al espectador acceder a más información, como deportes o noticias regionales.

Fuenzalida hace el paralelo: "Las tecnologías hoy presentan otro modelo que está apareciendo, otra alternativa. Hoy podemos tener en video on demand grandes repositorios del cine chileno. TVN podría tener on demand algún nicho específico ligado a la cultura, las telenovelas antiguas o la producción infantil. Son alternativas que no han sido estudiadas, lo que muestra un modelo de TV nacional muy anticuado".

Las otras rutas europeas

Pese a la omnipresencia de la BBC, hay otras naciones que también han impuesto patrones similares de éxito, aunque con matices. Por ejemplo, el consorcio de radiodifusoras públicas de Alemania (ARD) es el que mayor financiamiento recibió el año pasado en Europa (6.431 millones de euros), también gracias a un modelo de canon que representa el 87% de sus ingresos. En este caso, cada hogar paga 210 euros anuales ($ 162.000). Por lo demás, por ley está autorizado a ofrecer espacios publicitarios, pero que no excedan los 20 minutos diarios.

Hugo Di Guglielmo, consultor internacional de medios y exdirector de programación de la empresa argentina Artear, cree que la experiencia alemana también es otro ejemplo de un financiamiento que asegura una programación de calidad. "La calidad que logran en sus producciones hablan a las claras de que el sistema de canon funciona. Y son independientes tanto de intereses privados como políticos. Obviamente, los sistemas son herramientas que dependen de quienes las usan. Pero en estos casos no sólo hay TV de calidad, sino que también la exportación de la cultura de esos países, un tema hoy fundamental en un mundo dominado por la comunicación y las nuevas tecnologías". Y, por lo demás, el funcionamiento más óptimo también rebota en la opinión pública: según el centro de investigaciones estadounidenses Pew Research, la TV pública alemana tiene la más alta cifra de credibilidad del Viejo Continente (80%, superando al 79% de la BBC).

Para Fernando Acuña, académico de la Facultad de Comunicaciones de la UC, la TV danesa también es otro caso para subrayar. "Es como una BBC boutique", define, en referencia a la DR, la que también cobra un impuesto a sus ciudadanos y no emite publicidad. Una firma que se ha especializado en la elaboración de series, como Borgen o 1864. En el otro polo está Grecia: el Ejecutivo en 2013 ordenó el cierre de la TV pública, como medida de ahorro nacional.

El caso español

Si indagar en las referencias inglesas o alemanas semeja alcanzar un estado ideal, girar hacia España asoma como la contraparte. "La española es la hermana pobre y fea de las cinco grandes radio televisiones públicas de Europa", definió El País en junio.

¿Cuál es su modelo? La Radio Televisión Española (RTVE) obtenía sus ingresos hasta 2010 solo con publicidad, aprovechando un monopolio de la TV pública que permitía un financiamiento integral. Pero el robustecimiento de las estaciones privadas o pagadas comenzó a morder parte de esa torta publicitaria, llevando a la empresa a un sostenido déficit presupuestario.

Hace ocho años, el exmandatario José Luis Rodríguez Zapatero estableció otras formas de financiamiento para evitar el naufragio. La principal apuntaba a una subvención estatal (94%), mientras que lo restante se recogía de impuestos directos de operadores privados de televisión y telefonía, con el acuerdo de que RTVE abandonara el mercado publicitario. Así, se convirtió en una de las pocas de Europa en donde los ciudadanos no aportan económicamente. El total de su financiación en 2017 fue de 974 millones de euros. Y sus tropezones financieros no sólo detonaron despidos masivos, sino que también menos inversión en su contenido y, por consecuencia, una baja en su audiencia.

Labrada analiza: "El hecho de que TVE no haya tenido un canon regulado para su financiación es una de las peores decisiones que se pudieron tomar. A esto hay que añadir que en tiempos recientes el gobierno, como consecuencia de la presión de los lobbies interesados, prohibió la emisión de publicidad en TVE, sustituyéndolo por subvenciones vía presupuesto del Estado. En los tiempos que vivimos el dinero público es cada día más escaso y se destina de forma prioritaria a pensiones, educación, sanidad. Así, TVE está muy lejos de ser financiada como merece, como muchos otros servicios públicos".

Algunos puntos de la experiencia española se han sondeado dentro del proyecto de ley que maneja La Moneda para modificar TVN. Por ejemplo, en el ítem que apunta a que los canales de TV abierta paguen un canon correspondiente a un porcentaje de sus utilidades para financiar la red pública, a cambio de que esta se reste de la torta publicitaria. Acuña acota: "Si TVN sale de la publicidad, claramente los otros canales se verán beneficiados. TVN hoy les quita publicidad".

Con Plaza Sésamo

En EE.UU., el canal público tiene una relevancia menor en comparación con Europa. La Public Broadcasting Service (PBS) es una organización sin fines de lucro, que agrupa a 354 canales en todo el territorio, y que es financiada por el gobierno federal y por donaciones realizadas por espectadores, compañías colaboradoras o telemaratones. Eso sí, se ha centrado en los contenidos educativos o infantiles, como una forma de hacer frente a las apuestas más comerciales, dando origen a espacios como Barney y Plaza Sésamo. Por lo demás, su difusión por diversos estados ha hecho que su impacto se atomice.

"Es un modelo que no tiene audiencia masiva. Su aporte está en apoyar espacios infantiles y yo defiendo una TV con vocación masiva, que es a lo que también debe aspirar una TV pública", explica Fuenzalida. Sin embargo, pese a su rating más exiguo, algunos especialistas la observan con atención, ya que es un modelo mixto donde hay platas gubernamentales, pero también de privados, lo que permite independencia política. "TVN puede llegar a un modelo mixto, pero no con publicidad propiamente tal, sino que debería tener la opción de hacer negocios -vender licencias, formatos- y recibir donaciones de empresas con responsabilidad empresarial, libre de presiones, a cambio de alguna mención que no sea comercial", dice Acuña.

En Sudamérica

En Sudamérica, muchas señales dependen directamente del gobierno -como ha sucedido con Colombia, Venezuela, Ecuador y Argentina-, lo que según los expertos facilita los afanes proselitistas y pone en jaque su neutralidad informativa. Un caso aparte es TV Perú, que opera parecido a TVN, a través de la autogestión.

Di Guglielmo conoce la pantalla estatal argentina (canal 7 de Buenos Aires) y profundiza: "Ha sido muy errática, con algunos años de éxito en el pasado, incluyendo altos ratings. Luego comenzó su declive y hoy es el último canal en rating entre los cinco de aire. Es sostenido por el Estado con dineros públicos, aunque tiene tanda comercial, pero su participación en la torta publicitaria es mínima. Sin embargo, en los últimos tres años ha logrado una programación digna y equilibrada. El problema es que tiene gran cantidad de personal, con muy altos costos y reglas gremiales rígidas, lo que hace que la mayoría de su presupuesto se vaya en sueldos y muy poco a producción. Durante el gobierno anterior, con los Kirchner, fue muy clara su dependencia política. Esto se veía claramente en los programas informativos o de debate. Eso está hoy más equilibrado".