Con gran encanto los Muppets inauguraron una nueva etapa siete años atrás, presentando una elogiada película protagonizada por Jason Segel y Amy Adams que traía de vuelta a los clásicos personajes creados por Jim y Jane Henson. Le siguió otro filme, con Ricky Gervais como villano, y juntas marcaron los primeros pasos de los personajes al alero de Disney, que adquirió los derechos en 2004.

Si bien lo último que se sabe es que se aplicaría un reinicio, cuesta imaginar alguna posibilidad de que haya espacio para una comedia negra, donde se aborden asesinatos de títeres, aplicando improperios, sexo y drogas. Ese tipo de encarnación es ¿Quién mató a los puppets? (que se estrena mañana), un largometraje con personajes similares a las populares marionetas, pero que en rigor no tiene a ningún Muppet.

Sin embargo, la cinta se vincula al brazo original: quien dirige es Brian Henson, hijo del creador fallecido en 1990 y director de dos películas de carácter oficial, Una Navidad con los Muppets (1992) y Los Muppets en la Isla del Tesoro (1996). El cineasta además lidera The Jim Henson Company, que pese a no contar con los derechos de los personajes, sigue en marcha. "Es divertido hacer algo adulto. Me gusta que hagamos algunas cosas específicamente para niños, algunas cosas para niños y sus padres, algunas para toda la familia y otras para adultos. Esa es la forma en que continuaremos", dijo días atrás a The Independent, a propósito del debut de un proyecto que llevaba una década intentando sacar adelante.

En ¿Quién mató…? enfila hacia algo más similar a Ted o La fiesta de las salchichas, o sea, entretenimientos que se comunican con elementos infantiles, pero que aspiran a ofrecer un producto desenfadado. Ambientada en los barrios bajos de Los Angeles, su protagonista es el detective privado Phil Phillips, quien alguna vez fuera la primera marioneta en ingresar a la policía, pero terminó afuera tras una operación fallida. Junto a Connie Edwards (Melissa McCarthy), su exdupla, irán detrás del autor de varios asesinatos en contra de figuras de un programa infantil, The happytime gang.

La apuesta, que incluye lenguaje fuerte, un puppet con su cabeza despedazada, una pelea en un jacuzzi entre el personaje de McCarthy y Philipps, sexo entre marionetas y un muñeco aspirando cocaína, no ha conseguido el respaldo del público. Debutó tercera en la taquilla estadounidense con US$ 9.5 millones, una cifra baja considerando que es menos de una cuarta parte de su presupuesto.

La cinta, además, llegó precedida de una polémica, pues Sesame Workshop, la compañía benéfica dueña de Plaza Sésamo, en mayo ejerció una demanda en contra de la distribuidora STX Productions, por aludir al programa e incluir en su campaña promocional la frase "No Sesame, all Street" (no Sésamo, sólo Calle). Finalmente, el juez no acogió la acción.