Incluso antes de cumplir 50 años el pasado lunes, 2001: Odisea del espacio había sido el foco de distintas conversaciones y análisis en el último mes por parte de la crítica. No necesariamente para destacar su legado e influencia en la víspera del hito, sino a propósito de otra película, Aniquilación, estrenada a fines de febrero en Norteamérica. Si bien las tramas de ambas cintas tiene poco en común, el estreno de esta última sí llevó a muchos a recordar el clásico de Stanley Kubrick por sus similitudes temáticas: ambas son de ciencia ficción orgullosamente complejas, con una trama con más preguntas que respuestas, abordando conceptos existencialistas a través del viaje de sus personajes.
Pero si 2001... fue la cinta más taquillera de 1968 y reconocida hasta hoy como una de las más influyentes de la historia, el contexto de Aniquilación es bastante más ingrato. La cinta del británico Alex Garland tuvo un turbulento camino a la pantalla grande, cuando el estudio detrás del proyecto, Paramount, se mostró insatisfecho con los resultados de proyecciones preliminares a audiencias de prueba, donde, según reportes, muchos aseguraron no entender la película, que sigue a una expedición de científicas a una zona impactada por un meteorito, de la cual sólo una persona ha retornado con vida. El estudio habría ordenado a Garland y al productor ganador del Oscar, Scott Rudin, refilmar la cinta y hacerla más accesible.
Ambos se negaron, y Paramount, temiendo no recuperar en los cines el presupuesto del proyecto, que fluctúa entre los US $ 40 millones y los US $ 50 millones, vendió los derechos de su distribución internacional a Netflix, asegurando una ganancia. Así, la película llegó a la pantalla grande sólo en Norteamérica, mientras que en el resto del mundo, incluyendo Chile, arribó mediante el servicio de streaming.
Incluso siendo elogiada por la crítica, Aniquilación no encontró la disposición en Hollywood para arriesgarse con una película de género e intelectualmente compleja en un escenario en donde la industria exige éxitos rápidos. La película presenta un caso extremo -un estudio buscando deshacerse de una película que ya filmó-, pero no es extraño para las producciones que buscan seguir el legado de Odisea del espacio en el siglo XXI. En el contexto moderno, es probable que la cinta de Kubrick habría tenido problemas para llegar a los cines.
Futuro imperfecto
En marzo, el portal de entretenimiento Indiwire publicó un análisis las significativas diferencias de contexto que vivió Odisea del espacio hace 50 años y Aniquilación en febrero, concluyendo: "no es la audiencia la que cambió, sino la paciencia de Hollwyood". En 1968, 2001... se estrenó frente a críticas tibias, que apuntaban a su lento ritmo y su complejidad narrativa, y sin causar mayor impacto en la taquilla. Pero, a diferencia de lo que ocurriría hoy, se le permitió seguir en cartelera, construyendo de a poco una audiencia que le hizo recuperar casi 20 veces su presupuesto.
Hoy, con muchísima más competencia y con Hollywood buscando un nuevo fenómeno de recaudación, una película como Aniquilación con suerte tiene un fin de semana para demostrar su arrastre, y si este no llega, rápidamente comienza a desaparecer de las salas.
Una realidad que ha sido particularmente difícil para la ciencia ficción. Si bien el género sigue triunfando a través de su variante más masiva, desde Star Wars hasta Ready player one, pero los descendientes de Odisea del espacio, cintas del género que presenten conceptos complejos y exijan a la audiencia una atención especial, parecieran estar en extinción.
Cintas como Gravedad, Interestelar (fuertemente influenciada por la película de Kubrick) y La Llegada lograron transformarse en éxitos de taquilla, pero compensando su existencialismo y su complejidad de conceptos con un fuerte componente emotivo, apelando a audiencias transversales.
Las cintas del género que redoblan su apuesta por una complejidad temática sin una catarsis emocional de por medio, suelen tener un camino más difícil. En 2009, Moon, de Duncan Jones, tuvo un breve paso por las salas, a pesar de haber sido elogiada en festivales, mientras que en 2013, Bajo la piel, con Scarlett Johansson, ni si quiera recuperó su presupuesto luego de un estreno muy limitado en salas. La misma cinta anterior de Garland, Ex Machina (2015), debió luchar por llegar a la pantalla grande, luego de que Universal y Focus Features se negaran a estrenarla en Estados Unidos como estaba pactado, con la distribuidora A24 saliendo al rescate. Fue un sorpresivo éxito, duplicando su presupuesto. El caso más emblemático fue el año pasado, cuando Blade Runner 2049, secuela del clásico de Ridley Scott, vivió la atípica realidad de ser una cinta de ciencia ficción cerebral que tuvo un estreno masivo y un altísimo presupuesto. Una apuesta que por más elogiada que fue, falló en los números: se estima que la cinta perdió cerca de US$ 80 millones para su producción. Un tropiezo que probablemente le hará pocos favores al género ante los ojos de Hollywood.
La influencia visual y técnica de Odisea en cualquier película que mire a las estrellas es innegable. Pero el cine actual parece tenerle cada vez menos fe a su legado.