La última vez que M. Night Shyamalan tuvo entre sus manos un proyecto ubicado entre los más esperados de la temporada cinematográfica fue hace casi 15 años, con La aldea (2004). Y a pesar de los buenos números de taquilla, la cinta marcó un divorcio entre el alguna vez prometedor cineasta y la crítica, el que sólo empeoraría en los años siguientes, eventualmente afectando también su relación con el público.
Así, cualquier producción con la firma del cineasta pasó a ser casi el sinónimo de una broma (algo parecido a lo que ocurre actualmente con todo lo que sea protagonizado por Nicolas Cage). Y con un registro que sólo fue empeorando, con cintas como La dama en el agua, El fin de los tiempos, El último maestro del aire y Después de la Tierra, lo único que el nombre del nominado al Oscar por Sexto sentido parecía garantizar era un fracaso tanto de crítica como comercial.
Ahora ya nadie puede decir que Shyamalan es una broma. Menos después del fin de semana, donde fue uno de los héroes de la Comic Con de San Diego. Allí, el trailer de su nueva cinta, Glass, secuela de El protegido (2000) y Fragmentado (2017), se presentó a la par de grandes superproducciones como Aquaman, Shazam! y Godzilla 2, y aún así se las arregló -con personajes de su autoría, a diferencia de los otros títulos- para ser uno de los avances más comentados del evento y en los medios de entretención anglosajones en los últimos días (en Youtube el trailer ha sido visto seis millones de veces). Con su estreno en Chile fijado para el 17 de enero, Shyamalan nuevamente tiene una de las cintas más esperadas de los próximos meses.
El renacer
Glass viene a cerrar la sorpresiva trilogía que inició El protegido hace casi 20 años. Sorpresiva, porque la cinta parecía olvidada en el pasado, representando una espina en la carrera de Shyamalan, quien en más de una ocasión -incluyendo su aparición en la Comic Con del fin de semana- aseguró el estar decepcionado de que uno de sus proyectos favoritos hubiera sido recibido sólo de forma tibia por la crítica y el público (a pesar de sus buenos números de taquilla).
Para el cineasta, la razón principal fue un problema de marketing: a poco más de un año de Sexto sentido la cinta fue promocionada como otro thriller psicológico, cuando en realidad era una historia de superhéroes, sólo que un poco más oscura y aterrizada a una sociedad real: David Dunn (Bruce Willis) descubre que tiene habilidades especiales cuando es el único sobreviviente de un accidente de tren. Dunn termina descubriendo que la persona que lo ayudó a entender sus habilidades, Elijah Price (Samuel L. Jackson) fue quien orquestó el accidente y la muerte de cientos, bajo el alias Mr. Glass (debido a su condición de huesos de cristal).
A pesar del poco impacto inicial, la película fue modificando su recepción en los años siguientes, no sólo por parte de una creciente fanaticada de culto, sino por la crítica, que en retrospectiva (sobre todo teniendo en cuenta la filmografía posterior del norteamericano) la han tildado como uno de sus trabajos más logrados y ambiciosos, anticipándose a la era de los superhéroes en el cine.
Ahora, la cinta es parte fundamental del renacer de Shyamalan. En 2017, la película de terror Fragmentado, sobre un hombre de personalidad múltiple (James McAvoy) que secuestra a tres adolescentes, no sólo se transformó en un éxito de crítica y taquilla -con un presupuesto de sólo US $ 9 millones, y recaudación de US $ 278 millones, fue de las cintas más rentables del año-, sino que un cameo de Willis como David Dunn al final transformaba la historia en una sorpresiva secuela de El protegido.
Glass enfrentará a ambos mundos, con el retorno de Willis y Jackson de la película original, y de McAvoy y Anya Taylor-Joy de Fragmentado, en una trama de la cual aún se desconocen mayores detalles, pero que por su primer avance tendrá a Dunn enfrentando al personaje de McAvoy, con el villano interpretado por Jackson orquestando todo.
El proyecto es una prueba de la renovada fe de Hollywood en el director: dos estudios rivales aceptaron producir y distribuir la película (Universal y Disney), mientras que, según ha trascendido, el presupuesto es considerablemente mayor al de Fragmentado. También, obviamente, pone una exigencia mayor sobre los hombros de Shyamalan. Glass puede ser la consolidación de su regreso, o una caída definitiva. Pero, por sobre todo, también el postergado reconocimiento a una historia que no fue apreciada en su época.