Malinche
Insinuante ambiente soul labrado en sintetizadores, detalles en la percusión que presagian sabor carioca, se suman cuerdas. Anwandter canta llamativas líneas con un efecto ligeramente reverberante -"disfrazado de clase media, renegando de tu mansión"-, otras signos de los tiempos: "Niña, todes lo dicen: pésima eres / y, por lo que dicen, debe ser verdad". A Mark Ronson le encantaría.
Locura
Synth pop con detallitos que retrotraen a inicios de los 90. "Me siento tan loca / y creo que estoy un poco loca". Está bien, correcta, pero no provoca mucho más que decir por ahora. Hay unas cuantas canciones así.
Latinoamericana
Aquí surge algo pendenciero y elegante, oscuridad acompañada de impulso bailable. "Perfecto entero para mí eres como una flor / tristeza linda, mi vida contigo es amor". No queda claro de qué habla en particular; hay alcances a la llegada de los españoles, pero en conjunto suena a pastiche. Sin embargo, contiene el embrujo de capturar lenta e inexorablemente.
Vanidad
Letra enigmática, interesante ¿a quién le canta Anwandter? ¿quién es ese héroe caído? "Y ya pronto llega el futuro / no tenemos dónde ir / tú que eras dueño del mundo / te atrapó también igual que a todos". La lírica supera a la música a pesar de la elegancia de las cuerdas.
Um girassol da cor de seu cabelo
Anwandter canta en portugués, idioma familiar, su padre es brasileño. El piano eléctrico resuena a Charly García y no será la primera vez que esa sensación aparezca en este álbum. Si en títulos previos las reverencias iban para Jorge González, en este se dirigen hacia el ídolo argentino. En ambos casos el tributo es impecable.
Axis Mundi
"Me enamoré, Cristina/ de su voz de hombre / de su pelo rubio", canta ilusionado el personaje de esta canción, mientras conversa con su amiga en tono de confidencia en una plaza y la melodía es chiclosa, pop caramelo de los 60 con guitarras acústicas revestido de pulso electrónico vintage y vientos, todo trabajado puntillosamente, la voz con el desdén habitual jugueteando con el falsete. Una teleserie de pop perfecto que aborda distintas eras musicales en cuatro minutos.
Canción del muro
Pieza ambiciosa interesante desde el comienzo, de trama orquestada en sintetizadores con Anwandter fraseando progresivamente algunos de los mejores versos del álbum -"veinte siglos durmiendo / no han servido de nada / con las reglas que inventan / con la iglesia en la cama"-, no sin antes proponer una refundación total de la sociedad: "Si botamos el muro / lo botamos entero / y empezamos de cero / y lo hacemos bien".
No te puedes escapar
El soul, el funk de la guitarra, un bajo pastoso con un dibujo fijo, falsete, que no queden dudas del ambiente disco homoerótico en líneas como "siento una serpiente en mi cuerpo / cuando veo a los hombres del puerto", un solo de saxo sensual hacia el final, composición embrujante en dos ambientes.
Odio a todo el mundo
Synth pop, un sonido de sirena gigante, la voz espectral despacha uno de los mejores coros del álbum: "tuve un sueño profundo / el presidente bufón / apretaba un botón / y este mundo que me odia se esfumó", el tipo de letra con alusiones a la amenaza nuclear tan propia de los 80 perfectamente linkeada a la era Trump.
Olha Maria
Una canción triste, melancólica, bella, con detalles de música de cámara. Cantada en portugués, saca a Álex Anwandter de su sonsonete habitual y se aprecia cómodo, fluyendo con naturalidad en un dramatismo distinto. No estaría demás un disco completo en ese idioma. Otro artista asomaría.
Finalmente
Balada que recuerda al rock argentino a piano eléctrico de los 80. "Es un bolero de la era de neón / que te escribí para que sepas que es real / y que este fuego va a durar hasta el final / que es tan antiguo como la canción que hay entre tú y yo". Hacia los últimos segundos la voz se desprende de los efectos que la han acompañado durante la mayor parte del álbum y queda desnuda, natural. Lindo detalle.