Perry Farrell, el músico que hace 28 creó Lollapalooza inspirado en una frase de Los tres chiflados, creyendo que era posible unir a la "nación alternativa" y llevarla a los grandes escenarios, se pasea por el sector de los artistas del evento en un rincón del Parque O'Higgins como quien recorre el patio de su casa. El líder de Jane's Addiction, que en 2011 sorprendió al sacar por primera vez el evento fuera de Estados Unidos para instalarlo en Santiago, ya no está demasiado preocupado del día a día del festival y su atención está puesta en pequeños detalles, como la barbería que se instaló en el backstage para que los músicos puedan cortarse el pelo.
"Obviamente tienes que promover el hecho que acá van a estar tocando Pearl Jam, los Chili Peppers y David Byrne, pero si te podemos dar algo más que por lo que pagaste por tu entrada, entonces podemos sentir que hicimos bien nuestro trabajo, que logramos superar tus expectativas. Y eso es lo que hace Lotus [la productora local a cargo de la cita] todos los años. Ese es el secreto: ir más allá y darle a la gente algo más de lo que incluye el precio de la entrada", dice.
¿Este crecimiento de Lollapalooza Chile a un tercer día de duración, lo ve como una evolución natural?
Para mí, antes que todo, significa que hay una demanda, no fue algo que forzamos. Estuvimos varios años haciendo sólo dos días y empezamos a pensar que quizás podíamos hacer tres, pero nunca quisimos hacerlo antes de asegurarnos de tener una sala llena. Y hoy veo un lugar que en cada rincón está lleno de felicidad, pasión y amor.
Después de casi tres décadas de vida de Lollapalooza en el mundo, y tomando en cuenta cómo han crecido otros festivales, ¿cuál cree que es la importancia de seguir haciendo este evento y específicamente en un país como Chile?
Sólo por el hecho de haber sido el primero, porque mi festival nació hace 28 años, ya no estoy pensando sólo en tener unas banda, un escenario y unos baños. Estoy pensando en convertir al festival en una área de juegos interactiva. Esto sigue siendo, además, un negocio familiar. Me he preocupado de mantener este festival fiel a su esencia y Sebastián (De la Barra, de Lotus) aquí en Chile está haciendo lo mismo. La única forma en que arruinemos esto es que nos deje de importar. Tienes que arriesgar, con un riesgo calculado, si quieres conseguir el objetivo mayor. Ahora, por ejemplo, le vendí una pequeña parte a (la compañía) Live Nation, y eso es todo, pero mi familia heredará este festival cuando yo muera y la familia de Sebastián lo mismo. No le vamos a vender este festival a un ricachón e irnos a vivir a una isla, aunque eso suena divertido. Es más divertido seguir viniendo a todos los Lollapalooza cada año a escuchar música de los grupos más jóvenes.
Y a propósito de eso, ¿ve posible seguir sumando nuevos géneros al evento que son populares en la juventud, como reggaetón o pop coreano?
Totalmente, así lo haremos.