Cuando fue sondeada por los organizadores de la pasada versión del Festival de Viña, la última de la era Chilevisión, Camila Gallardo había cumplido recién 20 años y ni siquiera tenía un disco publicado. Decidió que no era su momento para subirse al escenario de la Quinta Vergara, que aún le faltaba recorrido y cumplir con ciertos hitos en su carrera, pese a que desde que salió del programa de talentos The voice en 2015 se posicionó como la gran promesa del pop chileno. Ahora, a cinco meses de Viña 2019, con 21 años y luego de editar un celebrado álbum debut al alero del sello Universal (Rosa), la solista afina los últimos acuerdos para su estreno en el más importante festival del país.

Por ahora, sólo detalles separan a la intérprete de Abrázame con el primer certamen que organizan en conjunto TVN, Canal 13 y Fox Networks Group. Pero el interés de ambas partes existe y las negociaciones están avanzadas. Según fuentes cercanas a la producción, Gallardo es la prioridad de los organizadores para ocupar la casilla del "artista chileno emergente", el mismo rótulo con el que en los últimos años llegaron al evento viñamarino nombres como Gepe, Nano Stern, Francisca Valenzuela, Mon Laferte y Javiera Mena.

El interés es comprensible: hoy en día Cami -como se rebautizó recientemente- es una de los pocos talentos juveniles de la escena nacional que aún no pisa la Quinta Vergara y que es capaz de cumplir los requisitos impuestos por la organización: "marcar rating y vender tickets", como declaró a este medio Alfredo Alonso, director de T4F+Bizarro, la firma a cargo de la producción de Viña 2019.

Sus cifras son elocuentes y llamativas para una artista de proyección: el año pasado fue la cantante chilena más escuchada en Spotify, donde es la única artista local con sus cinco singles dentro del top 200 de la plataforma en Chile. En dicha aplicación acumula a la fecha más de 65 millones de reproducciones, mientras que en YouTube sus videos suman 62 millones. Un éxito digital que volvió a quedar de manifiesto esta semana, cuando a través de su cuenta de Instagram anunció para diciembre su primer concierto en el Movistar Arena, totalizando más de 30 mil "me gusta". Será la artista más joven en actuar en el recinto de Parque O'Higgins, y hasta ahora ya son cerca de 4 mil los boletos que se han vendido para el show (2 mil en las primeras 24 horas).

Por ahora, lo único que resta para materializar el acuerdo entre la autora de Rosa y el certamen viñamarino son detalles presupuestarios. Un tira y afloja habitual en este tipo de negociaciones, sobre todo cuando se trata del llamado "chileno emergente" del evento, cuya tarifa ha sido históricamente más acotada que la dispuesta para las visitas internacionales. Durante la era Chilevisión, el presupuesto para ese ítem se movió siempre entre los 8 y los 15 millones de pesos, el pago habitual para un contrato que incluye un show de media hora -por lo general en la jornada de cierre- y cerca de diez días de actividades en calidad de jurado de las competencias. La excepción la marcó Manuel García en 2012, quien recibió $25 millones pero como parte de un acuerdo doble para estar ese mismo año en los festivales de Viña y Olmué (ambos en ese entonces a cargo de CHV).

La cifra, notoriamente inferior a la que perciben los artistas extranjeros de la cita, cuyos pagos parten de un mínimo de US$75 mil (51 millones de pesos) -lo que cobraron en años recientes la argentina Lali Espósito y el colombiano Maluma- no variaría demasiado para la próxima versión del Festival, lo que vuelve a evidenciar las distancias entre presupuestos para jurados locales y foráneos.

Según fuentes de la industria, los montos que dispone el Festival para el artista local de proyección, por lo general, van a parar al pago de sus músicos, asesores de imagen y comunicaciones, y a la compra o arriendo de vestuario para la semana completa de actividades que implica el rol de jurado. Lo restante, al artista, pero no distaría demasiado de lo que les ofrece otro festival regional. Frente a esto, el argumento de la organización es que la vitrina que significa Viña compensa ese pago más acotado, y que el impulso de la cita les permitirá subir sus tarifas a futuro.

Precisamente este punto es el que resta para el acuerdo final entre Gallardo y el Festival. La comisión organizadora tiene a la solista como su principal carta chilena, pero sus representantes intentan mejorar la oferta, pensando en el estatus que ostenta la cantante en la actualidad, su alcance en el mundo virtual y su capacidad para vender tickets. Lo anterior, demostrado esta semana con los shows del Arena y también el semestre pasado, con tres recitales al hilo en el Teatro Municipal de Las Condes.

A mediados de mes, en tanto, la intérprete estará en La Pampilla de Coquimbo, actuando frente a 200 mil personas. En ese sentido, los responsables de su carrera quieren que Viña desembolse por ella una tarifa que se acerque a lo que se les paga a las figuras internacionales que llegan al jurado.

Más nombres

En paralelo, la producción del Festival sigue evaluando nuevos fichajes. Entre ellos algunos nacionales, como el popular dúo Los Vásquez, que tras años de negativas se han mostrado dispuestos por primera vez a participar del Festival.

Y entre las figuras internacionales que han entrado a conversar con el evento, junto a otros ya mencionados como Luis Miguel y Ricky Martin, aparece también el español Raphael. A éste se suman estrellas juveniles del pop latino que han entrado al radar de la producción, como el grupo colombiano Piso 21 y su compatriota Sebastián Yatra.