Entrevistado por la prensa argentina, el cineasta estadounidense Woody Allen habló nuevamente sobre la eterna denuncia en su contra por haber abusado de su hija, Dylan Farrow, hace más de dos décadas.
El realizador negó rotundamente dicho delito, y agregó que en lugar de eso, él "debería ser la cara de los afiches del movimiento #MeToo", surgido a partir de las múltiples denuncias por acoso y abuso sexual cometidos por numerosas figuras de la industria, iniciando con el ex productor cinematográfico, Harvey Weinstein.
"Por supuesto que no", respondió enfático al negar el abuso de su hija, en una entrevista con el programa de TV argentino Periodismo para Todos. "Es todo tan loco. Esto es algo que fue analizado minuciosamente veinticinco años atrás por todas las autoridades y todos llegaron a la conclusión de que no era cierto", afirmó el realizador.
En la entrevista celebrada en Nueva York, Allen habló de su profesión, de su amor por la comedia, de la invasión de series televisivas y hasta se hizo espacio para la autocrítica.
Pero en la era del #MeToo y con el revuelo que provocó la incesante ola de denuncias por molestias sexuales en Hollywood, abordar la acusación de abuso en contra del cineasta era una cuestión excluyente.
La denuncia contra Allen tuvo lugar en 1992, cuando se estaba separando de su pareja, la actriz Mia Farrow. El realizador, que entonces tenía 57 años, mantenía una relación con otra hija adoptiva de Farrow, Soon-Yi Previn, con quien contrajo matrimonio en 1997 y tuvo dos hijas.
"Es terrible acusar a una persona de algo así. Soy un hombre con una familia y mis propios hijos. Así que claro, es triste", sostuvo el director de Dos extraños amantes.
Con respecto al movimiento #MeToo, el cineasta sostuvo que "todo el mundo quiere que se haga justicia". "Lo apoyas, quieres que se lleve ante la Justicia a estos terribles acosadores, a estas personas que hacen todas estas cosas terribles. Y creo que eso es algo bueno. Lo que me molesta a mí es que me vinculen con ellos", afirmó.
De hecho, sostuvo que él "debería ser la cara de los afiches del movimiento #MeToo". "Porque he trabajado en películas durante cincuenta años, he trabajado con cientos de actrices, cientos y ni una sola, grandes, famosas, principiantes, nunca nadie ha sugerido ningún tipo de indecencia en absoluto. He empleado a cientos de mujeres en los equipos que producen las películas y les hemos pagado exactamente los mismos salarios que los hombres. Por tanto, estoy de su lado y me siento parte de eso", subrayó.
El cineasta se refirió a otros temas, como el auge de las series televisivas. Sobre eso, Allen sostuvo que tal vez se deba a que la industria del cine se encuentra "en transición". "Ahora las pantallas son geniales en las casas, son planas y grandes. La series de tv se han vuelto más sofisticadas. Pronto nadie irá al cine, salvo para los éxitos taquilleros, porque es muy fácil cenar y pasar a la habitación de al lado y verla en una pantalla grande en tu casa", dijo.
"Yo extraño ir al cine con mucha gente, no es lo mismo. Veo a mis hijas ver películas en sus computadoras en la cama o en el celular. Es un crimen. ¨Te imaginas ver Citizen Kane en un celular? No les importa, son un generación diferente", agregó.
Cuando el periodista le preguntó a Allen, autor, director y protagonista de 47 películas si se sentía un genio, se mostró sorprendido. "Un genio? No, un genio es... Leonardo Da Vinci era un genio. Mozart era un genio. Pero yo... Un genio es una palabra en el mundo del espectáculo que usan todos los días y cualquier persona es un genio. Yo ciertamente no lo soy. Yo soy solo una persona que tiene talento para divertir y he hecho películas a lo largo de los años", afirmó.