Las navidades en Arica para la cochabambina Ruth Fuentes ya no son las mismas a partir de 2016.
El 17 de diciembre de ese año, su hijo David, de 12 años, fue rescatado agónico de la playa Las Machas y llevado al hospital Juan Noé en estado gravísimo.
Aunque la esperanza de verlo despertar nunca la perdió, al cuarto día de estar internado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del centro asistencial, David sufrió muerte cerebral.
Junto a ese duro diagnóstico, la madre debió tomar una compleja decisión: donar los órganos del niño.
"Luego que el médico me dijo que David no despertaría más, vino una enfermera de la Unidad de Procuramiento y Trasplante de Órganos y me explicó lo que podía hacer. Fue tan cálido su mensaje, que no lo pensé dos veces. Le dije de inmediato que autorizaba la donación, pensando: ¿Y si otra familia está sufriendo igual que yo?. David era un niño que siempre ayudaba a todos, eso me motivó a autorizar la entrega de sus órganos", recuerda.
Ruth no quiso presenciar la desconexión de David que puso fin a su vida. Llevó a sus otros tres hijos para que se despidieran del pequeño y luego fue notificada que el cuerpo estaba en la morgue. Así terminaba el triste episodio en que su hijo, sin su permiso, se había ido a la playa junto a unos amigos y una ola lo arrastró mar adentro hasta que fue rescatado sin signos vitales.
"No quise llevarlo a un cementerio. Decidimos cremarlo para tener sus cenizas en la casa, porque queríamos sentirlo siempre cerca de nosotros. Desde la Gobernación de Arica me ayudaron a costear ese gasto, porque con mi marido éramos garzones y nuestro sueldo no nos alcanzaba. Justo el 24 de diciembre, cuando todos los padres se aprontaban a celebrar la Navidad, yo iba llegando con las cenizas de mi hijo. La sensación fue muy rara. David ya no estaría con nosotros".
Si bien cumplió su deseo de la cremación, aún tiene pendiente otro: saber la identidad de los chilenos receptores de los órganos de su hijo. "Sé que es confidencial y no se puede conocer quiénes recibieron parte de mi hijo. Sólo pude saber que una niñita y dos adultos fueron bendecidos con la muerte de mi hijo. Eso me reconforta, que una parte de él esté en ellos. ¡Qué ganas de saber cómo esa niñita hoy vive y le da alegrías a sus padres", expresa Ruth.
Discriminación constante
Ruth Fuentes tomó la decisión de venir a Chile hace ocho años. En Cochabamba trabajaba en un restaurante, tenía tres hijos, el menor era David, y el dinero no le alcanzaba. Aquí tuvo a su cuarto hijo, hace cuatro años.
"Sufría muchos abusos en los pagos y con horas excesivas. No sacabas nada con reclamar. Nadie hacía nada. Junto a mi pareja nos vinimos primero, porque nos dijeron que en Chile surgiríamos. Llegamos a Arica a mediados del 2010. Dejé a mis hijos en Bolivia y sólo el 2016 me los pude traer. Aquí no fue fácil. También sufrí algunos atropellos en los trabajos y discriminación de personas que nos decían que veníamos a quitarle el trabajo a los chilenos", plantea.
Le duele que se discrimine a los extranjeros. Y le golpea más el episodio ocurrido hace una semana, donde por redes sociales aparecieron cuestionamientos xenófobos al trasplante de hígado que permitió salvar la vida de una mujer haitiana.
"Lastima esa odiosidad. Yo estoy agradecida de Chile, porque aquí he podido surgir. Pero cuando uno ha vivido la pérdida de un hijo en un país que no es el tuyo y luego ha donado sus órganos, esto golpea más fuerte. Yo nunca exigí nada, ni menos que los órganos de mi hijo fueran para un boliviano. Sólo quise ayudar a familias que probablemente estaban sufriendo por la enfermedad de un papá, hijo o mamá, y mi hijo pudo salvarles la vida", expresa Ruth junto al retrato de David.
Una tarea pendiente que tiene: cambiar en su cédula de identidad su negativa a ser donante.
"En la próxima renovación de mis documentos lo haré. Cuando fui a hacer el trámite no tenía conciencia de esto. Y sobre lo que decidí respecto de mi hijo, lo haría otra vez", afirma.