El partido no era cómodo para la escuadra nacional. Que Alexis Sánchez retrocediera hasta terreno propio para hacerse del balón era un retrato exacto del trámite: trabado en mediocampo, sin espacios y con escasas aproximaciones a los pórticos. Negocio para los uruguayos. Llegaron los 62 minutos, aún con el marcador en blanco, y como durante todo el partido, Sánchez recibió un nuevo "cariño" de Maxi Pereira a un costado del círculo central.
Pero los protagonistas tras la infracción eran otros: Gonzalo Jara y Edinson Cavani, cara a cara.
Sandro Ricci, árbitro brasileño, advirtió la situación y los separó. Segundos más tarde, sin embargo, Jara cayó sobre el gramado del Nacional.
El juez, de frente a la acción, no lo dudó y pintó de amarillo a Cavani.
Era su segunda tarjeta.
La estrella del cuadro charrúa se despedía prematuramente del compromiso.
Álvaro González, Egidio Arévalo Ríos y Diego Godín, raudos, fueron los primeros en acercarse para protestar. Cavani, por su parte, parecía tratar de explicar algo. Minutos después, las cámaras daban cuenta de lo que realmente pasó: Jara se acercó al delantero, y mientras le decía algo al oído, manoseó su trasero. Cavani respondió con una cachetada.
Nacía "el dedo de Jara".
https://www.youtube.com/watch?v=2dKgmw-gq9Q&t=10s
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Hay quienes sostienen que en la cancha predominan dos clases de jugadores, acaso estilos: los "inteligentes" y los "vivos". Los primeros son los menos: distintos, virtuosos, capaces de ver espacios y jugadas que otros no ven. Pensantes, de tomarse un segundo más y crear nuevas realidades sobre el rectángulo verde. Y los segundos: los que saben adaptarse a una estrategia. Corromperla, también. Los que se fabrican un penal, enfrían el compromiso en momentos clave y, de cuando en vez, matan un par de segundos mediante una lesión improbable.
La historia -su historia- se encargó precisamente de presentar a los uruguayos prácticamente como el primer sinónimo del futbolista "vivo": no importa la forma ni se negocian los recursos; se consigue el resultado como sea. Y si después hay que pelear: se pelea.
Que Gonzalo Jara haya "robado" ese papel protagónico, casi siempre propio de los charrúas, fue seguramente el detonante de una relación que cambió para siempre. Porque nunca antes un encuentro entre La Roja y La Celeste alcanzó tal dimensión. Lo que para muchos fue parte del folclore de un partido, una "picardía", precisamente ser "vivo", para los uruguayos se transformó en una verdadera afrenta: un "canchereo", una falta de respeto. Minutos tras el pitazo final, el otrora capitán y referente celeste, Diego Lugano, se descargó en Twitter: "Con este muchacho 'Jarita' habrá que 'hablar' cuando nos crucemos por el mundo", amenazó.
https://twitter.com/DiegoLugano/status/613899746151936000
Uruguay suponía, esa noche, el primer gran reto de La Roja -que finalmente se quedaría con el certamen- tras avanzar como líder del Grupo A. La expulsión de Edinson Cavani, estrella de los orientales a falta de Luis Suárez, allanó el camino de una victoria que en ningún caso fue sencilla. Sólo sobre el final, a falta de diez minutos, Mauricio Isla logró desnivelar a favor de los dirigidos entonces por Jorge Sampaoli. Ese 1 a 0 fue, también, una prueba de carácter: siete días antes, Arturo Vidal había protagonizado una bullada indisciplina que desestabilizó el clima al interior del camarín. Y que llenó de críticas tanto al volante como al adiestrador argentino, por su perdón.
Chile necesitaba esa victoria para recuperar la confianza.
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Una noticia sacudió la concentración charrúa en la previa: la noche anterior, Luis Cavani embistió a un motociclista en la ciudad de Salto. Horas más tarde, el conductor de la moto, Francisco Nicolás Rodríguez (19), perdió la vida. Edinson, jugador estrella de los celestes sin el suspendido Luis Suárez, se enteró de que su padre estaba arrestado e incomunicado a unas cuantas horas del pitazo inicial.
Los uruguayos, entonces, no perdonaron que Jara se "aprovechara" de ese delicado momento emocional.
Sobre el final del partido, el descontrol charrúa se tradujo en una nueva expulsión. A los 87 minutos, Jorge Fucile derribó a Alexis y Ricci le mostró la segunda amarilla. Muslera, Godín y Giménez, entre otros, encararon en duros términos al juez. Acusaban un arbitraje localista. La banca uruguaya también ingresó al gramado, dando paso a uno de los momentos más recordados por los hinchas: Jorge Valdivia encaró al "Maestro" Tabárez pidiéndole hablar "con respeto".
Tras el cotejo, la AUF dio el primer paso: denunció al defensor ante la Unidad Disciplinaria de la Conmebol, quedando fuera de las rondas definitorias del certamen. La ANFP replicó acusando a seis jugadores uruguayos: Diego Godín, Fernando Muslera, José María Giménez, Jorge Fucile, Álvaro González y Christian Stuani.
Cavani, por su parte, consultado por la acción, aseguró que no era el momento "para ponerme a opinar ni empezar a hablar y a sacar conclusiones de esas cosas, yo creo que hay cosas importantes que tengo que pensar".
En noviembre, en el duelo que los enfrentó por Eliminatorias, sin embargo, finalmente limaron asperezas.
"Jara se acercó al final y me pidió disculpas por lo que me había dicho. Yo le dije que estaba todo bien y que tuviera suerte. No deja ninguna enseñanza seguir hablando del tema", confesó el artillero del Paris Saint-Germain.
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Ni el 2 a 0 camino a México 1986, con el disparo imposible del "Mortero" Aravena que logró batir a Rodolfo Rodríguez.
Ni la victoria por la mínima de cara a Francia 1998, con el tanto de Marcelo Salas y la recordada patada de Luis Chavarría que sacó del partido a Enzo Francescoli.
Tampoco el histórico empate en el Centenario, en 2007, con los últimos dos goles que marcó el "Matador" vistiendo la tricota nacional.
Nunca un resultado a favor de La Roja le dolió tanto a Uruguay como el 1 a 0 de ese 24 de junio de 2015.