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Mi relación con el deporte existe desde que tengo uso de razón. Me gustaba todo lo que me enseñaban y practicaba diferentes cosas: básquetbol, vóleibol, natación, atletismo, tenis, también fútbol, mi hermano me ponía al arco.

En mi niñez y adolescencia nunca vi el deporte como una opción para desempeñarme profesionalmente. Me gustaban tantos deportes que me costaba elegir solo uno para perfeccionarme. Eso me pasó la cuenta: me vi de 18 años y no me había especializado en ningún deporte. Terminé siendo administradora de hoteles y restoranes y empresas de servicios, un mundo que me gustaba mucho.

Fui porfiada. Después del accidente hice muchos años de rehabilitación y traté de volver a tener mi vida como era antes. Me esforzaba mucho por intentar caminar y mantenerme de pie, no me importaba si me dolía, pero llegó un minuto en el que no tenía calidad de vida y tuve que elegir mi bienestar físico.

Asumí que sí tengo discapacidad y la vida sigue. Puedo hacer todo de una manera adaptada, me puedo desarrollar como persona. La vida sigue, la estoy escribiendo de otra manera. No como la viví antes, pero puedo seguir adelante y cumplir mis sueños.

El proceso de rehabilitación me enseñó que en la vida pueden pasar muchas cosas difíciles, pero está en uno el replantearse y buscar de qué manera salir adelante. Esa fue mi opción: seguir viviendo, seguir disfrutando las cosas que me estaban pasando en la vida y poco a poco terminé reinsertándome y desarrollando la pasión que tenía. Eso me llevó a ser una persona completamente feliz.

Mi vida de deportista terminó llevándome a juntar mis dos grandes pasiones en la vida: el deporte y la hotelería y turismo. A través de los viajes y las competencias he podido no solamente conocer otros países y explorar sus culturas, sino que también representar a Chile y desarrollarme en el deporte.

Mi familia es fundamental. Todo lo que hago y lucho es por darle a mi familia un mejor futuro, para demostrarle a mi hija que su mamá creyó en su trabajo, creyó en lo que podía hacer y lo intentó. Si resultaron o no las cosas... bueno, tengo una medalla de oro, una barbie y mi bala con la que rompí tres récords mundiales. Eso es lo más importante: decirle a mi hija que puede hacer lo que quiera en la vida, la voy a apoyar en lo que sea. A mi pareja (Fernanda Pantoja) lo mismo. Cuando uno quiere algo en la vida, con mucho cariño y respeto se puede salir adelante.

Viví casi seis años en Estados Unidos y cuando volví a Chile me costó mucho el tema de la movilización. Muchas veces usé la aplicación de auto -cuando recién llegaron- para que me pasaran a buscar y tuve problemas, porque no me querían llevar por ir en silla de ruedas. Después les fueron explicando a los choferes que nosotros somos pasajeros comunes y corrientes, que venimos con la silla y que hay que acomodarla en el auto. Y así fue.

Tengo la suerte de poder tener un auto. Hay muchas personas con discapacidad que no tienen esa suerte, pero ojalá la ley pudiera favorecer a personas con discapacidad de rebajarle impuestos para poder comprar sus propios autos adaptados y tener movilización independiente.