El aire acondicionado abre un campo de batalla. No hay oficina que se salve. En un bando están las mujeres, que se congelan con facilidad y se abrigan aunque estén en pleno verano. En el otro, los hombres que se quejan del calor y siempre quieren bajar los grados. Esta pelea, sin embargo, no obedece a caprichos personales: las causas están en procesos metabólicos, hormonales y fisiológicos distintos. ¿Hay entonces solución posible?
Marcelo Córdova, Tamy Palma
8 feb 2019 06:31 PM