De aspecto frágil, sombrero y pipa, el físico nacido en Nueva York en 1904 fue protagonista de grandes batallas de la ciencia, la política y la Guerra Fría. Gran difusor de la mecánica cuántica en EE.UU., profesor en Berkeley -donde abrazó causas de izquierda-, fue director del Proyecto Manhattan en el laboratorio de Los Álamos, en Nuevo México. Tras el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en 1945, se comprometió a luchar por el control de la energía nuclear con fines civiles. Durante la posguerra cayó en desgracia: se le consideró una amenaza para la seguridad nacional. Una biografía ganadora del Pulitzer y la nueva película de Christopher Nolan recuperan su legado.