Un evento solidario organizado por Bob Geldof en 2005, logró lo que hasta entonces se pensaba era un imposible: reunir en el escenario a los cuatro integrantes originales de Pink Floyd, quienes estaban distanciados debido a sus agrias disputas legales, creativas y personales. Lograrlo no fue sencillo. Requirió de una cuidadosa gestión. Incluso se especuló la posibilidad de invitar al antiguo líder, Syd Barrett. Pese a ciertas tensiones surgidas durante los ensayos, el mundo pudo admirar, por última vez, la gloria de una de las bandas más importantes de la historia.