En algún momento la innovación consistió en reemplazar lo autóctono por plantaciones destinadas a acabar como montañas de astilla. Lo que nos recordaba que aquí el odio al árbol es intenso, voraz, un rencor que alcanza incluso a los ejemplares urbanos, víctimas del serrucho vil que les amputa cualquier intento de sobrevivencia.
Óscar Contardo
29 sep 2018 03:25 PM