Hay algo que deja de ser coherente en democracia cuando la religión se transforma en una empresa y entra en la política. Del mismo modo, hay algo que resulta inquietante cuando la sostenedora de un colegio que recibe fondos del Estado explica que un grupo de niños se desmayó y habló en lenguas porque el Espíritu Santo llegó a visitarlos.
Óscar Contardo
23 mar 2019 04:03 PM