Esa mancha marrón interminable que se parece mucho al vacío no es la inmensidad de la nada y mucho menos un lugar para ir, saquear o turistear y largarse como si nada, dejando un peladero, basura, o una obra de mitigación ofensivamente desproporcionada respecto a las ganancias obtenidas. ¿Cómo podría ser a futuro; cómo habitarlo de modo sostenible? Pedro Ignacio Alonso tiene un puñado de buenas claves para volverle la dignidad a un lugar que podría, bien cuidado, regalarnos energía no solo a los chilenos sino a toda Sudamérica… limpiamente. Revisamos con él algunas de las conclusiones del libro "Deserta", un estudio de la Universidad Católica que investiga las posibilidades del desierto de Atacama en una mirada que integra la tecnología y la ecología.