Aquí hay dos invitaciones. La primera es a celebrar que la Bauhaus cumple 100 años, pero a hacerlo bien, entendiendo la escuela como una corriente de pensamiento y no un estilo. La segunda –y quizás más urgente– es a eliminar ese concepto esquivo y nocivo de la influencia que nos impide valorizar lo que tenemos en su real dimensión, que nos hace verlo como subproductos de Le Corbusier, de la Bauhaus o de quien toque celebrar. ¿Sabía usted que la escalera mecánica del edificio Oberpaur, de Sergio Larraín, estaba andando antes de que la Ville Saboye se estucara? Tomemos nuestro lugar en el concierto global de la arquitectura.
Por Pablo Andulce Fotos Jaime Palma
24 abr 2019 01:37 PM