Luis Escares / Ilustración: Edith Isabel
30 oct 2018 10:43 AM
Quince extraños, cinco botellas de vino y dos horas de conversación para abordar un solo tema: la muerte. Esa es la ecuación de los Cafés de la Muerte en Chile, una iniciativa que nació en Londres hace siete años y que ha crecido exponencialmente en el mundo. La idea es hablar con desconocidos de lo que pocas veces se habla: el fin de la vida. ¿El resultado de estos encuentros? Siempre inesperado.
Mi abuelo materno se suicidó a los 47 años, cuando yo ni siquiera había nacido. Mi papá se quitó la vida a los 46, cuando yo recién había cumplido 18 años. Ahora tengo 37, y me preparo para entrar a los 40, una década que ninguno de los hombres de mi familia ha sobrevivido. Aunque no tengo ninguna intención de perpetuar esta tradición familiar, los entiendo. Más que elegir morir, me parece que con sus muertes ellos tomaron una decisión de vida. Y yo, por mi parte, voy a tomar otra.
¿Qué pasaría si te enteras de que te queda un mes de vida? Con motivo del Día de los muertos, salimos a la calle a preguntarle a la gente qué harían si se enfrentaran a este escenario.
El ingeniero civil Mauricio Riquelme ha pasado los últimos 30 días hospitalizado combatiendo un cáncer en estadio avanzado, del que sabe que no se va a recuperar. Sin embargo, no le tiene miedo a la muerte. Si hay algo que aprendió durante este tiempo ha sido aceptar cuando las cosas ya no están en sus manos. Aquí, lo que ha reflexionado sobre el tiempo que le queda y la vida que vivió.
Pasó un año y cuatro meses desde que le diagnosticaron un cáncer avanzado a mi mamá y el día en que se murió. Ella dejó todo escrito en un cuaderno: las canciones, las flores y el tipo de cajón que quería para su funeral. Íbamos a ir a París pero ese viaje quedó pendiente. Tuve sus cenizas por años guardadas en una bolsa Ziploc, en mi clóset, hasta que después de dos años decidí comprarme un pasaje y partir.
Hacer sonar la bocina en el kilómetro 22 de la Ruta 78 forma parte de un homenaje. Es la manera en la que los seguidores de La niña hermosa, una joven que murió el 21 de octubre de 1998 en ese lugar, manifiestan su respeto y admiración a quien, dicen, les ha cumplido múltiples favores. La animita, conocida por el enorme cerro de peluches que la acompaña, recibe a diario decenas de devotos, quienes ven ese espacio como parada obligatoria.
Un panorama para cada día: los elegidos de Paula para esta quincena.