Varias décadas antes de tener que enfrentar los conflictos de la Iglesia chilena, el arzobispo de Santiago dedicaba buena parte de su tiempo al fútbol. Como parte de su formación salesiana, a los 17 años jugó en el seminario en Quilpué. Más tarde, disputó pichangas con el cardenal Bertone, en Roma, y tomó un curso de árbitro cuando, a fines de los 60, le asignaron la misión pastoral sobre unos 30 clubes de fútbol amateur en las afueras de la capital italiana. El arbitraje lo dejó tres años después, pero dice que esas reglas le han servido para misiones posteriores. Esta es su desconocida relación con el fútbol.
Francisco Siredey
29 sep 2013 01:21 AM