En mayo de 2021, cuando dio luz verde para conseguir firmas e inscribir su candidatura presidencial, ni el propio Boric creyó que 10 meses después estaría instalado en La Moneda. El abrupto giro en su vida lo ha obligado a cambiar rutinas, desdecirse de opiniones y generar nuevos vínculos en el ejercicio del poder.
Durante su mandato, Boric ha reservado un lugar en distintas reparticiones -principalmente en La Moneda- para un grupo de compañeros de ruta, con quienes -además- mantiene un vínculo de amistad. Ellos han sido su principal contención en momentos de crisis -coinciden en Palacio- y sus consejos, no pocas veces, desafían a las instancias formales.
El golpe se sintió en el oficialismo y cayó como un balde de agua fría en el Mandatario, quien hizo de un posible triunfo del Apruebo en el plebiscito del 4 de septiembre una cruzada casi personal. En buena parte porque, quizás más que cualquiera, Boric entendía que con el Rechazo a la propuesta de una nueva Constitución debía comenzar a despedirse de las expectativas que tenía para su administración.
Casi un año de convivencia no ha podido dar por superadas las desconfianzas entre los líderes de Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático (heredero de la ex Concertación). Los primeros recelan -por ejemplo- que Carolina Tohá (PPD) sea la jefa del gabinete y los segundos, que -a la hora de la verdad- el Presidente Boric toma las decisiones con su equipo más íntimo y sin consultarles.
A once meses de desembarcar en La Moneda en los pasillos de Palacio aún se habla de “habitar el cargo”, frase acuñada por el propio Presidente Gabriel Boric, para aludir a la serie de errores y desprolijidades que han marcado el debut de los ex líderes estudiantiles en el gobierno y que -en menos de un año- los obligó a reacomodar sus roles y el rumbo de su administración.
