"Bello es el ser sin apetito", escribe Byung-Chul Han en Filosofía del budismo zen, y en un mundo obeso, que exige ambición a todos sus individuos, con un ejército de ciclistas inmigrantes para saciar el hambre infinita, esa frase suena revolucionaria. ¿Qué sería del capitalismo tardío si se nos acaba el apetito, si nos conformamos con lo que somos? ¿Será posible atentar contra el sistema desde el no-hacer?
Patricio Corona
26 jul 2019 07:57 AM