Una semana antes del terremoto y posterior tsunami que el pasado 16 de septiembre azotó a la región de Coquimbo, el equipo del Centro de Cocina de Revista Paula viajó a la zona para ver cómo trabajaban los pescadores artesanales de la Caleta Peñuelas que proveen de mariscos a la cebichería La Mar en Santiago. En terreno, apreciaron el intenso movimiento que se da por las mañanas, cuando algunos botes pesqueros salen y otros llegan cargados con sacos de machas. El marisco, aseguran, es el más apetecido por sus clientes, no porque abunde, sino porque es una de las pocas zonas de la costa chilena que cuenta con un área de cultivo protegida, un sector específico donde la pesca de la macha está controlada: solo pueden extraerse de determinado calibre —un tamaño que, según cuentan los pescadores, alcanzan a los 6 años— para asegurar que sigan reproduciéndose. Eso ha permitido que este bivalvo aún no se extinga. Durante el recorrido realizado por Paula, los pescadores reconocieron que lograr esta zona de cultivo no fue fácil. Ha sido un trabajo de años. Sin embargo, tras el maremoto, la zona donde crecen las machas quedó destruida. También varias de las embarcaciones. Esta producción es una forma de reconocer el trabajo de esos pescadores. Y un llamado a quienes estén interesados en apoyarlos para que pronto puedan volver a trabajar en el mar.