Que lleguemos a conocer a Ryota y al resto por un camino de sembrado de matices, fracturas e inquietudes, habla con elocuencia de un cine comprometido con las emociones. Uno que salta las vallas del desfase cultural para desentenderse de los sentimentalismos y quedarse con los sentimientos.
Pablo Marín
20 sep 2018 08:00 AM