Los gobiernos, tal como suelen beneficiarse de circunstancias que para ellos son providenciales, como un alza del precio del cobre o el hallazgo de nuevas riquezas naturales, así también deben pagar los platos rotos por episodios lamentables que las autoridades, obviamente, no han generado y cuyos efectos, en el mejor de los casos, solo pueden contener, clarificar o neutralizar.
Héctor Soto
8 dic 2018 02:05 PM