A las doce en punto de la medianoche, ambos en ropa de dormir, abracé a mi esposa, la besé y le dije feliz cumpleaños. Ella estaba sospechosamente seria. Poco después, tendidos en la cama, quise besarla, acariciarla, amarla, pero ella me frenó en seco, me miró con desusada seriedad y me dijo que estaba cansada y prefería irse a dormir a su habitación. Se marchó, ofuscada. Quedé sorprendido, preocupado. Recién entonces comprendí que mi esposa estaba enojada conmigo.
9 nov 2024 10:19 PM