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En inglés se publicó de una sola vez en 800 páginas, pero editorial Caja Negra lo organizó en tres volúmenes calculando la ansiedad de los seguidores en español de Mark Fisher. Estos días apareció el segundo tomo con una primera parte sobre música y la segunda de política, una combinación que parece improbable pero entre el postpunk y el neoanarquismo hay una fuerte irrigación.
Adelanto de K-punk: volumen 2 (Caja Negra Editora, 2020), la segunda parte del libro de ensayos del crítico cultural Mark Fisher, donde diagnostica que nos encontramos en un páramo ideológico en el que el neoliberalismo domina solo por defecto. “El terreno está disponible para apropiárselo”, advierte.
El fallecido crítico cultural reaparece en el catálogo de la incluyente editorial argentina.
Llega a librerías K-punk. Volumen 1, de Mark Fisher, una recopilación de los textos que fue publicando en su blog desde 2003. Ensayos y escritos en los que desentraña un puñado de libros, series y películas: desde las novelas de Ballard, pasando por las películas de David Cronenberg, hasta Breaking bad, El gran hermano y los Batman de Christopher Nolan.
El primero de tres volúmenes con la obra que el crítico cultural desarrolló en su página web, incluye sus textos sobre literatura, cine y televisión, en que se refiere a autores como Margaret Atwood, directores como Cristopher Nolan, películas como Stars Wars y programas televisivos como Breaking Bad.
Las baterías y cables de la banda repletan dos libros editados por Mark Fisher.
En su libro más importante, Mark Fisher realiza un brutal diagnóstico político acerca del modelo que rige las sociedades modernas. ¿Realmente no hay alternativa al neoliberalismo?, se pregunta. ¿Hay forma de pensar otros futuros?
Los fantasmas de mi vida. Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos fue publicado por primera vez el 2014 a través del sello Zero Books y traducido por primera vez en español por Caja Negra el 2018. El libro recoge parte del intensivo trabajo que Mark Fisher llevó en su blog K-Punk hasta su muerte en 2017.
A cargo de la edición de un libro de ensayos sobre el fallecido cantante, el ensayista británico demostró no sólo su aguda lectura sobre la importancia cultural del pop sino que su entusiasmo por la música de baile.
Según el filosófico pop Mark Fisher, una de las características de nuestra época es que hemos agotado nuestro futuro. Consecuencia de la simultaneidad temporal que ofrece Internet, este fenómeno se puede entender a partir del cine y la música producida en décadas pasadas (60, 70, 80), versus lo que se ha hecho desde el 2000 en adelante.
Antes de morir, el crítico cultural estimaba que, como consecuencia del neoliberalismo, llevamos cerca de una década sin escuchar música realmente nueva y la industria discográfica se llenó de cantantes y bandas que ya no usan comillas para citar al pasado, porque ahora se asume de antemano que todo es una cita. A pesar del panorama, Mark Fisher tenía la convicción de que el realismo capitalista era reversible.
En el capitalismo impuesto como forma de vida, el arte puede transformarse en la tabla de salvación. No porque evite necesariamente la lógica del sistema, sino porque alumbra algunos de esos espacios sin sentido. De entre quienes han portado linternas, a juicio de Mark Fisher, destacamos dos separados en el tiempo: Joy Division y James Blake.
No contento con modificar la predominancia racial en los rankings y de usar la peor combinación histórica entre calcetines y zapatos, Michael Jackson también se dio el lujo de ser aquel símbolo que disparaba todas las posibles significaciones. Bajo la dirección de Mark Fisher, el libro Jacksonismo recopiló, luego de la muerte del cantante, algunas impresiones radicalmente opuestas.
El crítico inglés creía que uno de los grandes triunfos del capitalismo contemporáneo -que se inicia en el Chile de Pinochet, "primer laboratorio neoliberal"- consistió en lograr que afectos que posibilitaban el cambio, como el resentimiento, fueran diluidos al dirigirse a lugares equivocados.