Hace prácticamente cinco años terminó la construcción del rascacielos más alto de Latinoamérica. Hace una década, la Torre Costanera se convirtió en el emblema de la crisis económica, y luego, inversamente, de la reactivación. Hoy, es uno de los principales activos que incluirá la apertura a Bolsa del negocio inmobiliario de Cencosud, pero sigue sin contar con los permisos para su habilitación total. Si bien existe optimismo en que ahora sí se logrará lo soñado -se prevé que el nuevo EISTU se apruebe en febrero-, ya nadie hace estimaciones. Y todos se mueven con absoluta cautela. La clave está en quién deberá ejecutar las obras.