Marta Harnecker nunca dejó de ver en la revolución socialista el futuro de la humanidad; sus fracasos eran solo la confirmación de que habría que ser más radical, más intransigente, menos flexible. Son contados los intelectuales que soportaron como ella la avalancha de evidencia del fin de siglo. Ahora que ha muerto, hay que suponer que comprendía a su manera la responsabilidad del intelectual, que no sería solo imaginar la inmolación de un pueblo... Quizás demostraba que, al margen de Althusser, es posible llegar hasta la tumba sin cambiar un ápice.
Ascanio Cavallo
29 jun 2019 03:56 PM