La llegada de un hijo lo cambia todo y hay un largo período de ajuste hasta que se logra la adaptación a la nueva configuración familiar. Y luego, cuando llega el segundo hijo, viene otra vez un desafío logístico y emocional. Sí, hay más experiencia y eso facilita las cosas, pero muchas veces es esa expertise la que provoca que algunas madres sientan que abandonan un poco a ese nuevo integrante. ¿Cómo integrar las expectativas, la culpa y la sabiduría de la experiencia anterior?
Independizarnos de la casa de los padres es un paso importante, representa tomar la vida con adultez y vivir en nuestros propios términos. Sin embargo, la vida a veces da un revés y toca volver al nido estando ‘hechos y derechos’. Enfrentarse a las viejas rutinas, formas y modelos puede revivir algunas heridas, sumadas a la frustración de sentir que se ha retrocedido. Ver esta etapa con ojos más compasivos hará el proceso más llevadero y permitirá conectar con la gratitud de tener apoyo en tiempos difíciles.
En mayo de 2019 conocí a Francisca Mora y me contó su historia: Llevaba dos años intentando adoptar un hijo y siendo testigo de un sistema que castiga a las mujeres solteras para lograrlo. Después de 4 años y 2 meses de espera, una llena de altos y bajos, lo logró. Aquí su historia actualizada.
