Por Patricia Morales / Ilustración: Violeta Cereceda
10 abr 2020 03:23 PM
Estudio revela que una modificación en la zona del cerebro encargada del placer hace que al final del embarazo las madres liberen dopamina. Por eso el bebé se convierte en su estímulo más llamativo, relevante y placentero.
La muerte de un hijo es una experiencia que cambia por completo a los padres, quienes deben reconstruir su vida cargando una pena que nunca pasará. Y aunque el dolor es constante, es posible sobrellevarlo, aprender a vivir con él e integrarlo a la vida como una experiencia transformadora.
Dos hijas alérgicas a la proteína de leche de vaca, una docena de doctores visitados, horas y horas en Internet buscando información, conversaciones eternas con otras mamás en la misma situación y, por supuesto, cientos de fotos de cacas en el celular. Este es el testimonio de una madre experimentada, para aquellas que están comenzando el camino de las alergias alimentarias.
En febrero se anunció que en Coyhaique se había producido el primer parto inclusivo del país: una mujer sorda había sido acompañada por una intérprete en lengua de señas, incluso hasta el parto. Ésa es la historia alegre de Estefanía Avilez. Pero sólo un mes después, en la misma ciudad, el caso de otra madre sorda demostró que un acceso informado a la salud es aún demasiado frágil para estas personas.
El psicoanálisis entiende la maternidad como un proceso lleno de dificultades, dudas y satisfacciones. La madre revive aspectos de su propio maternaje (el de su madre vivido con ella) y al mismo tiempo desea cumplir exigencias propias e impuestas por la cultura vigente. Es un torbellino de emociones, deseos, cambios físicos y miedos a no satisfacer a un bebé necesitado y frágil. De eso y del rol que juega la madre en las diferentes etapas de la vida del hijo, habla la psicóloga y analista de la Asociación Psicoanalítica Chilena Milka Kaplan.
Cuando Isidora tenía cinco años su mamá murió de cáncer de mamas, enfermedad que le diagnosticaron dos años antes y que la tuvo débil y con escasas energías para criarla a ella y a su único hermano hombre. Aquí Isidora habla de lo que le ha significado crecer sin su mamá y de cómo la recuerda.
Indecisión, inseguridad, baja autoestima, sentirse no preparada para ser amada por otro o nunca estar satisfecha, son algunas de las características que deja en una mujer la relación con una madre narcisista. En una sociedad donde la maternidad es una institución casi con tintes sagrados, la psicóloga norteamericana Karyl McBride, comenzando desde su propia historia, hace un viaje hacia las consecuencias del narcisismo parental. Y en su libro "Mi mamá no me mima", plantea que es una carga que sí tiene solución.