Destacado orador y líder de la Revolución Francesa, el “incorruptible” había instaurado el Terror como un medio para salvar el proceso, ante las amenazas internas y externas. Pero sus propias decisiones, como ejecutar a sus adversarios políticos y el intento de instalar un nuevo culto, abonaron el descontento que finalmente se desató contra él una vez que las victorias militares apuntalaron a la revolución. En menos de 24 de horas, el hombre más poderoso de Francia, fue depuesto, perseguido y guillotinado.
