Los primeros días de septiembre, el poderoso cohete SLS, de la misión Artemis I, debería despegar de la Tierra y concretar su llegada a la órbita lunar. Es un viaje sin tripulantes, que busca determinar el camino y las formas que deberán seguir las siguientes exploraciones, que sí llevarán astronautas en la nave. “Sería nuestro primer trampolín. Es mucho más fácil salir de la Luna, porque tiene menor gravedad. Desde ahí se pueden hacer misiones a Marte, a los asteroides, misiones tripuladas”, explica el director del Instituto de Astrofísica de Universidad Andrés Bello, Dante Minniti, quien grafica así la importancia de esta misión.